Problemas concretos con el material

Artículo de ©Luis Fernando Díaz
Una buena parte de los colegas temáticos de nuestra área (lingüística y geográfica) saben que una de mis querencias en el coleccionismo especializado es el tema de los materiales.
Ahora, desde Panamá, Marcela Díaz ha puesto de nuevo el asunto sobre el tapete [-> su artículo]. Todos sus planteamientos merecen atención, en particular, porque, como bien dice ella, no siempre concuerdan las opiniones y los fallos de los jurados. Veamos algunas de sus ideas con detalle.
El jurado y sus puntuaciones a debate en este artículo
Empecemos con el asunto de los sellos. Aunque sobre este y en relación con otros temas cabe comentar primero la frase de Marcela “hay jurados a los que no les gustan los sellos”. A esta entrada mi respuesta, casi automática, un poco emotiva, es que uno de los vicios esenciales del juzgamiento lo desenmascara nuestra colega: es cierto que hay jurados que se acercan a nuestras colecciones y nos dicen “no me gusta a o b”, “no me gusta cualquier cosa”. Y eso, como sabemos desde la disciplina de la evaluación no es solo una falta de respeto a las decisiones autorizadas del coleccionista, sino que revela la falta de formación de los jueces en los fundamentos de la calificación; “no me gusta” no es expresión de ningún criterio, “no me gusta” no significa puntaje, “no me gusta” no va más allá de una opinión subjetiva. En eso tiene razón Marcela, eso es algo que nos molesta a muchos, a ella y a quienes llevamos ya algunos años soportando a ese tipo de jurados.
Ahora, con mayor exactitud, el tema de cuántos sellos son muchos.
Habría que empezar por algo de mayor alcance. Una regla universalmente aceptada de la temática dice que “hay que poner de todo por todo lado”. Esto se expresa en el diseño de manera concreta: en una página hay que reunir muchos materiales distintos, en una hoja no se repiten imágenes (y su corolario: en una hoja no se ponen series completas con la misma imagen). Cuando se habla de un marco (dependiendo del tamaño, 8, 12 o 16 hojas) yo procuro en mis colecciones, y busco en las que me invitan a revisar, una diversidad alta. De una de las mías, un marco tomado al azar muestra 20 tipos distintos de materiales, un total de 60 piezas de las cuales entre 15 y 20 son sellos. Esto no es una regla, pero es la forma en que mis colecciones se comportan. Marcela recordará que este tipo de ejercicio lo hemos efectuado en las colecciones que se exponían en ocasión de cada uno de los tres congresos temáticos latinoamericanos.
Pero, como en todo, hay excepciones y todas tienen mucha validez. Me gusta un ejemplo que tomo prestado de mi colección del Café.
La página, titulada “II La Cosecha – 2 Equipo tradicional para cosechar”, contiene un estudio de la sobreimpresión del saquito de café sobre la estampilla de un céntimo de 1910 (también existe en los otros valores de la serie, los que no muestro del todo en los 8 marcos). En la página, a la derecha, cerca de la esquina hay un matasellos bastante común, pero cuyo valor temático es puntualizar cómo se utiliza el saco para pasar el café en grano desde el canasto en que se ha recolectado. Vemos un total de 49 sellos y una prueba doble en papel amarillento. 38 de los sellos se agrupan en 8 bloques. El material es todo el mismo, el estudio filatélico profundiza en las variedades: pruebas, impresiones al margen, desplazadas, invertidas, en la goma. El mensaje temático es claro: mucho café, muchos sacos para recogerlo, almacenarlo y exportarlo. Además, en la parte de abajo de la hoja, hay 20 sellos que tienen sobreimpresas falsificaciones del saquito (6 diferentes) y se aprovechan para explicar otro mensaje temático: “los sacos son de yute, el yute es biodegradable, se pudre”, lo que se “representa” con los “falsos”.
Claro está que son “muchos sellos”. Si bien, nunca he recibido para este tipo de páginas (estudios) comentarios desfavorables de los jueces. Pero, conviene hacerlo con medida. En una colección de 8 marcos (recordemos: arriba de vermeil grande FIP), caben varios, 5 o 6, 9 tal vez no.
El problema con los timbres sueltos que comenta Marcela se refiere a páginas en que los sellos obedecen a una secuencia del guion temático; pero carecen de balance con otros materiales en la construcción del mismo. O, la historia no es suficientemente explícita, de manera que sellos y texto conversen entre sí. Veamos un caso concreto. La página que muestro a continuación es de una colección juvenil (16 años).
Puede verse que tiene muchos sellos (en comparación con el conjunto y en un sentido absoluto). Hay que recordar que es juvenil y que, en su momento, acaso era un paso hacia la segunda generación.
Sin embargo, conviene analizar el tratamiento temático. Es decir, procuremos seguir la narración, la forma en que la coleccionista compone su guion temático recurriendo a las estampillas.
A mí me queda claro. Para su categoría, es correcto, es suficiente, y nada tiene que ver la cantidad de sellos. Repasemos la lógica de este segmento: cada imagen tiene dos elementos, un águila y un pescado entre sus garras. En el primer sello “se lanza en picada” y de inmediato “captura su presa”; en la tercera estampilla, “se eleva” y, en la cuarta, “se alimenta de ella en la playa”. Cabe informar que, en el conjunto mayor, la lógica y la coherencia se mantienen; la página previa tiene que ver con “otear desde lo alto” y las subsiguientes, con la alimentación de las crías en el nido. Si esta fuera la colección de un coleccionista avanzado, la crítica no podría centrarse en el tratamiento y los conocimientos filatélicos, tampoco en “la cantidad de sellos”; su debilidad consiste en la “modernidad” de los materiales, así como en la falta de diversidad. Repito: no en la cantidad de estampillas las que están, en cuanto a contenido y número, bien justificadas.
Entonces, de modo general, parece que no es un tema de pocos o de muchos sellos. Hay sellos bien usados y, tristemente, también hay mal usados. Y claro que Marcela tiene razón: la filatelia, entendemos, tiene que ver con las estampillas. Así que no tiene sentido prohibirlas en una colección filatélica. Un corolario en el que no profundizamos aquí es el tema de la rareza asociada a ellas; siempre es mejor emplear estampillas más raras (no por fuerza más caras), variedades más escasas, pruebas, dados, muestras y similares.
Ahora al siguiente tema que nos plantea Marcela: la alternativa que consiste en que el expositor se siente obligado a “añadir cartas circuladas, viajadas”. Y se queja, con seguridad con razón, porque de forma poco justificada se critica la inclusión de cartas “solo por el sello”.
Al respecto, sí creo que es correcta la afirmación de que hay que “evitar poner cartas solo por el sello”. Si vamos a poner una carta u otro uso con una estampilla en lugar de la misma estampilla sola, ese uso tiene que ser “más” (más rico filatélicamente) que el simple sobre con el porteo.
Lo del matasellos es otro tema, como veremos más adelante.
En relación con los usos de las estampillas, entonces, yo trato de incluir cartas o similares solo por excepción. Procuro, primero, ilustrar los subtemas usando de manera amplia todos los otros elementos postales, papelería postal, franqueos mecánicos, perfines, correos especiales (ambulantes, militares, encaminamientos, etc.), formas de porteo, marcas auxiliares y demás.
Se me ocurre que antes de abundar en los argumentos, puedo precisar con algún ejemplo. Para este, casi sin excusas, recurro a una de mis colecciones. Se trata de la Colección del Café, de 8 marcos, que empezó con modestas medallas de plata allá por 1990 y que ya cuenta con un palmares de oro FIP.
A lo largo de sus 8 marcos presento solo dos sobres comerciales con estampillas temáticas, en vez de usarlas sueltas. Uno tiene un sello oficial de Honduras con el arbolito. Es un uso raro de una estampilla algo menospreciada. El otro lo muestro a continuación (la mitad superior de la página de referencia).
Es un sobre europeo de ventana largo, un poco más ancho que el No. 10. El texto temático en esta página explota el sellito de la cerámica italiana y, también, se apoya en las diversas dicciones o deletreo de la palabra expreso (espresso, exprès) para hacer el engarce con la imagen de la cafetera Bialetti del franqueo mecánico (sobrepuesta en la esquina inferior derecha), primera del mundo para infusionar el café expreso. No tiene nada super raro, es un sobre certificado con una tarifa normalita. Solo que se ve bonito, permite “jugar” con el guion temático y, al final, este recurso es casi una excepción en la colección.
En dicha colección, hay otros dos ítems más que conviene comentar, conforme el razonamiento de Marcela. El que sigue es un Vale Postal Nacional (cubierta de Giro Postal) de Brasil. De estos he visto unos 200 y la rareza del presente radica en el empleo correcto de los sellos para pagar una tarifa elevada (2400 reales). Es el único de estos que he visto con dos sellos de los saquitos de café de 1938 de Brasil. Dichos vales tenían dos secciones para aplicar los sellos, en una los timbres fiscales (sellos de depósito), en la otra, la tasa postal que consistía de una prima ad valorem de la transferencia (por eso lo alto de la tarifa).
Veamos la composición y el montaje combinado en la página con un estudio de la preparación de la estampilla, sobre todo de la litografía multicolor del centro.
Ese es un caso en que presento la estampilla en diversas etapas del proceso, una de ellas con la apariencia casi final (file sheet) y la pareja definitiva utilizada en el vale.
Coincido con Marcela. Esto es importante porque el coleccionista tiene derecho a cierta seguridad (regularidad, coherencia) en la normativa y, como dice ella, “se pregunta el expositor: ni sellos sueltos ni cartas con sellos. ¿Cómo es eso? ¿Para qué se exhibe una carta, entonces?”. Espero, con mis ejemplos, contribuir a dirimir estas cuestiones; es decir, no se trata de poner solo cartas con la estampilla escueta, al natural, se trata de apostar (a/con) usos interesantes, “estudiables” y estudiados. 
El otro caso de mi colección del Café corresponde al uso de un sobre de primer día. Marcela nos recuerda, con razón, que los “sobres de Primer Día” son mal vistos. Y eso es correcto, son mal vistos y no deberían ser bienvenidos. El problema con ellos es que de ordinario no dicen nada que no pueda decirse mejor con otro material; por lo común, esos sobres son artificiales y su carácter es estrictamente filatélico, al tiempo que carecen de otro valor postal; son fabricados por comerciantes o por coleccionistas ingenuos, ya desde el Correo salen con precios “comerciales”; sus matasellos –modernos– son muchas veces concebidos con imágenes derivadas o sobrantes del proceso de emisión; sus cachets, a veces pequeñas obras de arte, son de carácter privado. 
La excepción, por supuesto, son los sobres de primer día “de verdad” naturales, accidentales, normales y que llevan una estampilla antigua, clásica, y temáticamente significativa. Esos son tan extraños que, aun un uso temprano, del mes o del año, se considera una rareza.
Un ejemplo válido para la colección genérica de aves es la paloma de Basilea, única estampilla de ese cantón suizo, emitida el 1 de julio de 1845.
Yo no recuerdo sobres de 1845. Hay varios de 1848 y algo de 1847 y de 1849. Aunque entiendo que su validez no debía pasar de junio de 1849; si bien, Basilea ejercía alguna política independiente en materia de sellos y esta no es información propia de nuestro campo.
El sobre que se muestra aquí viene de la colección Frajola y fue vendido en mayo de 2015 por Siegel, en New York, por US$ 25.300 (incluidas las comisiones). En la temática de aves puede ilustrar en general la familia Columbiformes, asimismo, las domesticables (desde la antigüedad clásica) y también las comestibles.
Frente a estas notables extravagancias, en mi colección del Café utilizo un modesto sobre de Primer Día oficial de la oficina postal de las Naciones Unidas de la emisión Convenio del Café (Coffee Agreement, 1966). La estampilla sola ilustra un evento extraordinario, el matasellos, como es normal, no dice nada; y se conocen gran variedad de cachets preparados por diversos agentes. El sobre que escogí adiciona un evento irrepetible: una foto de la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en ocasión de aprobar el Convenio. Lo pongo en una esquinita, algo escondido y con la ilusión de que sea apreciado que aquel evento que merecía mencionarse, no ha sido reconocido en ningún otro efecto postal ni filatélico (y con la esperanza de que a los jueces no les sea repelente).
Entonces, Marcela, este es un caso en que una carta “no viajada”, sin matasellos que valga la pena y, además, fabricada, podría ser consentida. Un razonamiento posterior y a manera de justificación personal: es el único sobre de esta naturaleza en una colección que cuenta con casi mil elementos.
Ahora algo sobre el tema de los matasellos.
Primero y principal: una carta vale integralmente. A veces por el sello, a veces por los matasellos, a veces por ambos, a veces por otros elementos no tan evidentes. Pero no es una condición que toda carta que se exhibe deba contar con un matasellos temático. En mis colecciones, los matasellos temáticos son una categoría muy diferente y que requiere un cuidadoso manejo: los de primer día, de ordinario, no sirven, son pobres; los conmemorativos deben corresponder en fecha y oficina al evento; las marcas de servicio, como enrutadores, devoluciones, tarde, encaminadores, tasas, multas y muchas otras, deben ser en absoluto pertinentes o, por otro lado, contribuir a la rareza absoluta de la carta con la estampilla temática.
Uno de los materiales en que yo hago uso más comedido, son las marcas y los matasellos. Poco más cabe agregar y, como vemos a continuación, todavía hay más profundidad en los reclamos de Marcela.
Es cierto que los jurados no deben (no pueden) saberlo todo. El mejor especialista en su emisión, en su periodo o en su temática, es el dueño de la colección. Pero, los jueces si deben saber de evaluación y, como dice nuestra colega, si desean opinar sobre un elemento o tema, tienen la obligación de investigar.
Sin embargo, es igual de difícil –nunca hay tiempo, tampoco vocación– que el jurado estudie todo el universo de las aves, del café, del tabaco, de la medicina y también de Cervantes y de Shakespeare. Yo ya he entendido que ese es un escollo insuperable y, desde la perspectiva de las exposiciones de competencia FIP y análogas, lo que cabe esperar es poco pero urgente. Uno es el que los comisarios y los mismos coleccionistas sean interpelados por el jurado, cosa que ahora la regla no faculta, pero que se puede hacer. En el caso de Costa Rica, lo practicamos con moderación pero con convicción. Hasta donde es viable, tratamos de discutir a profundidad las colecciones, dispuestas en los marcos, antes de que pasen a manos de comisario. 
Lo otro, es que las directrices faculten la inclusión de mayor y más explícito material informativo como parte del proceso de inscripción de la colección, que se someta a la organización y al jurado no solo el plan y la hoja introductoria, sino también alguna valoración de la rareza, la diversidad y la escasez. (Yo procuro, a veces insisto, en que vean mis planillas de inventario detallado, por tipo, por página y por marco).
A propósito, nada de esto se ha incorporado en las modificaciones propuestas para su aprobación en Bangkok. Nada de la esencia de las discusiones en nuestros tres Congresos Temáticos FIAF ha sido incluido. Dejo esta digresión y sigo con el tema de los materiales.
No creo, Marcela, que del todo no exista nada “aprovechable”, para cualquier colección, en la profusión de V-Mails, Airgraphs y tarjetas Publibel. No cabe pontificar, pero cada coleccionista debe perfeccionar sus mecanismos de búsqueda y, en el caso de no encontrar ese tipo de ítems, debe asentarlo en forma fehaciente en la información señalada arriba.
Algo muy interesante es que en toda colección o tema hay, de pronto, una profusión de materiales propios. A veces no sabemos dónde y cómo justificar un Mulready (el precursor entero postal ilustrado, que busca un espacio igual que las otras variedades enumeradas por Marcela), en especial porque es, al mismo tiempo, incluyente y muy parroquial. Y en contrapartida, aparecen multitud de tipos “nuevos” o distintos de materiales que ocupan espacios antes inéditos. 
Eso me sucede mucho con la colección del Tabaco (Del Glamour al Ostracismo, también oro FIP con 8 marcos). Capítulos enteros, páginas y páginas, los he construido con materiales que surgen de improviso, de manera desbordante. Cito unos cuantos ejemplos. He descubierto una veta de fumadores, pipas, habanos y cigarrillos en los correos de campaña (feldpost) de todas las guerras europeas, numerosos tipos de tarjetas con franquicia, muchos países y muchas organizaciones entre donantes, consumidores y otros actores. Otro, las tabacaleras inglesas (y algunas subsidiarias canadienses) por más de 60 años, buena parte del siglo XX, acostumbraban perforar (perfines) los sellos utilizados en su correspondencia; hoy tengo una colección de ellos con más de 100 cartas y más de 1000 estampillas; a lo cual se adicionan muchos otros, americanos, argentinos, entre ellos (y apenas puedo acomodar tres o cuatro sobres y unos cinco sellos en toda la colección). Y, por último, en temas como los filtros de los cigarrillos hay una extensa historia documentada, por razones propias del comercio, en los franqueos mecánicos, de todo el mundo, de los años cincuenta y sesenta.
De manera que, en mi opinión, el material está allí. Hay que buscarlo, muchas veces no es caro (nadie lo quiere) y, sin duda, hay que tener un poquito de suerte.
Menciona Marcela también los sellos de los países identificados como inconvenientes. En el Congreso recién realizado en Santiago, Chile, la ponencia de Oswaldo Navas giró precisamente sobre este tema. Hizo la correcta distinción entre países inexistentes, emisiones especulativas y materiales abusivos. No quisiera profundizar en ello después del excelente trabajo de Oswaldo. Pero si deseo dar mi impresión. Es muy sencilla. No importa el contenido ni el mensaje: los materiales malos son materiales malos. No son limítrofes. No son negociables.
En el momento que se acepten esos materiales se va a provocar además una inflación indebida de sus precios ya por definición especulativos. 
Emisores de los que existen cuantiosos formatos extraños (imperforados de todos los tipos, colores corridos o desparecidos) variedad de pruebas y bocetos, son peligrosos; producen complacencia y afectan las normas éticas del comercio filatélico. No todos los países malos son malos todo el tiempo y, claro está, no son todos los países africanos los que sufren el ostracismo. También han tenido épocas nefastas algunos que cuentan con una noble tradición filatélica, como Paraguay; y siguen estando cuestionados otros de muchas latitudes, como Togo, Corea del Norte, Zambia y Tonga. No se trata de excluir a todos por parejo, se trata como ha sostenido Marcela en otras ocasiones, de investigar y fundamentar las decisiones.
No conozco un solo tema de los cuales haya visto colecciones de exposición en que las emisiones nocivas o peligrosas sean indispensables. El ejemplo que cita Marcela es, ni más ni menos, uno muy bueno: hay maravillosas colecciones de pintura y artistas y de escultismo o de aves, que no han hallado necesario recurrir a llenar espacios con las “bellísimas” estampillas de esos países. Y, en el caso de la Cruz Roja, la colección “La historia de una idea: Henry Dunant” de Edward Vianna, también de Panamá, es extraordinaria y no requiere para nada los sellos dudosos, de los que incluye unos pocos. Consideremos este caso. No es una visión convencional de la Cruz Roja, sino que se centra en el pensamiento y el legado de Dunant. Como he comentado arriba, hay aspectos en que esta y todas nuestras colecciones pueden progresar, sobre ellos hemos intercambiado ideas con Edward, quien conoce bien su material y se encuentra preparando alguna presentación metódica (artículo o conferencia) al respecto. Esta colección, que hemos apreciado en San José, en Quito y en Santiago, ganaría mucho si se renovaran los materiales cuestionables en apenas unas siete páginas, casi todos hojitas de países de África. Arreglando estos detalles, todavía quedan en la colección muchos y muy buenos sellos de gran diversidad de países, incluidos los africanos.
Termina Marcela con un comentario sobre la ubicación del texto temático en la página. Debo expresar cuánto me sorprende su comentario, me cuesta creer que algún “jurado temático” le haya indicado o comentado que existe una posición preferible, recomendada o normada para la ubicación de los textos. Tiene razón Marcela: el texto va donde va, donde tiene que ir, donde llena con sentido estético (proporción, legibilidad) las necesidades del desarrollo temático y del tratamiento filatélico en el conjunto de la colección.
Y cierro coincidiendo una vez más. Hay colecciones mías en que algunos textos van de lado (y hay que torcer la cabeza para leerlos). Y, por si faltaba algo, he estado proponiendo, en foros y mediante escritos, que usemos los recursos de los QR y de la realidad aumentada para potenciar el contenido y el peso de los textos (esto sí que es innovación, en serio). Por eso, en serio, ojalá usáramos más sonetos y más caligramas (y otras metáforas que hablen solas).
Gracias Marcela y felicidades.

7 comentarios:

Jordi Quintana Compte dijo...

Muchas gracias por expresar tan cualificada opinion sobre las opiniones de Marcela. Solo una opinion, respecto al ultimo tercio del articulo, referente a las emisiones dudosas, que enlaza con el primer tercio del articulo, referente al uso simple de sobres sin ninguna peculariedad mas alla de lo que muestra el sello...

Ese tipo de sobres sin mas, pero franqueados con uno de esos sellos emitidos con supuesta finalidad comercial en uno de los paises de dudosa reputacion, puede estar aportando conocimiento filatelico. Sencillamente puede estar demostrando que esa emision, supuestamente especulativa, realmente fue utilizada sobre el terreno, cumpliendo con el proposito de la emision y que estaba disponible en las oficinas postales del pais. Y tener presente desde nuestra opulencia que, para algunos paises sub-desarrollados, el acceso a la educacion necesaria para escribir una carta o al nivel economico para comprar un simple sobre y sello puede limitar la abundancia de sobres circulados (no FDC o sobres preparados filatelicamente) (y en el Togo o Congo de los anos 70s estoy pensando, por ejemplo).

Esta informacion, debidamente apuntillada en el texto filatelico, deberia poder compensar la idea preconcebida que este material no lleva a ningun sitio. Quizas no sume, pero jamas deberia restar ... y este recurso utilizado puntualmente y con moderacion, claro.

(disculpen las faltas, cosas de un teclado USA)

Pedro Galindez dijo...

Mi opinión es que un sobre circulado con sellos, un buen sobre, puede ser usado como material temático por el tema de esos sellos. Y no hay norma que lo impida.

Luis Fernando dijo...

Salud y muchas gracias Jordi Quintana por haber dedicado su tiempo e interés a leer estas ideas, un poco sueltas, pero muy comprometidas.
Yo estoy de acuerdo con su opinión sobre el valor de las cartas con sellos de países o emisiones dudosas.Repaso o resumo: si el uso es correcto, aunque la estampilla no sea tan noble, puede usarse. Pero, me gustaría añadir algo: ojalá que dicho uso sea bueno, muy bueno, que agregue algo más que solo el sellito en una carta. No existe una regla, pero una carta con la tarifa correcta es indispensable, un correo certificado, expreso o valor declarado, mejor que una tarifa convencional, un uso comercial "en serio" mejor que uno "filatélico" (pongo un ejemplo: tengo numerosas cartas de Guinea Ecuatorial del periodo en que yo vivía por allá, pocas de ellas me atrevería a ponerlas en colecciones, casi todas tiene tarifas raras, eran dirigidas a miembros de familia o colegas, etc.).
Con todo el aprecio,
LFD

Marcela Díaz Cabal dijo...

Muchas gracias, Luis Fernando, por este extenso y prolijo artículo que me dedicas (jamás había recibido tanta notoriedad y menos de un entendido como tú). Como te lo expresé cuando me mandaste la primera versión de tu artículo, se aprende mucho de ti. Gracias también a Jordi y a Pedro por sus aportes, con los que concuerdo. Si pensamos en el coleccionista promedio de nuestros países, tendremos que considerar que no todo puede ser rareza en una colección ni pedirle al que lleva poco tiempo en esto la experticia de quien lleva practicando la afición 25, 30 o más años.
Un saludo cordial a los amigos de La Lupa,
Marcela

PASCUAL ORTEGA GALINDO dijo...

Muchas gracias por los brillantes comentarios, los Congresos temáticos han sido muy importantes aunque hay filatelistas que dicen que no tienen sentido, a mi en lo personal me ilustran.

Anónimo dijo...

Hola a todos
Muchas buenas ideas. Pero es importante discernir el nivel de la colección: Luis Fernando, has puesto el ejemplo de las cartas de Guinea Ecuatorial: circuladas, certificadas, correo personal o comercial. Es decir, buenas. Sin embargo, para una colección de 85 puntos (VG FIP u O en España) probablemente no la incluyes porque tienes otros elementos mejores e igualmente temáticos. Sin embargo, en una colección nivel medio (de 70 a 84 puntos) una carta de ese tipo bien explicada, tanto por el texto temático como por el filatélico, puede suponer un aporte interesante. Para esto, son interesantes los países africanos, cuyas emisiones filatélicas no se consideran adecuadas, pero que circulan en correo normal. Yo si las considero interesantes, y les doy preferencia a las cartas frente a un sello nuevo suelto , que ocupa menos sitio, pero es mucho m´s filatélico.
Saludos cordiales. Estanislao Pan de Alfaro

Marcela Díaz Cabal dijo...

Muchas gracias, Estanislao, por tu aporte. Ha sido muy interesante e ilustrativo esto que has escrito, al menos para mí. Te insto a que escribas un artículo sobre este aspecto -los distintos niveles de una colección y lo que se espera en cada etapa- porque ayudaría muchísimo al coleccionista que comienza o no tiene tanta experiencia. Muchos saludos,
Marcela