Artículo ©Marcela Díaz-Cabal
Leyendo los interesantes artículos publicados en La Lupa sobre las competiciones filatélicas, especialmente el de Ángel Iglesias Vidal, Competir es progresar (con el que concuerdo plenamente) pienso que hay dos puntos que los entendidos deberían tratar con mayor profundidad.
Uno, es el papel del jurado. Además de valorar las colecciones de acuerdo con unos reglamentos y criterios establecidos y que se supone que el expositor conoce y a los que procura adherirse, pienso que la labor más significativa de cualquier jurado es ayudar al concursante a descubrir sus fortalezas y a entender sus puntos débiles con el propósito de orientarlo hacia el mejoramiento de su colección. Este es un papel sumamente significativo y al mismo tiempo, delicado, pues no se trata de apabullar al coleccionista, especialmente a los novatos, con las críticas negativas por muy acertadas que ellas sean. El jurado debe estar consciente de que esa persona no sólo ha demostrado un gran interés en la filatelia al montar una colección, lo cual ya de por sí es un mérito en esta época; sino que además, denota valentía al exponer su trabajo a la crítica pública y ¿por qué no? un cierto orgullo por una labor a la que le ha dedicado tiempo, esfuerzo y cariño.
El expositor, por su parte, ve en ese jurado a los expertos que validarán su trabajo en lo que tiene de bueno y le ayudarán a mejorar su colección en lo que ha fallado. Pero todo maestro sabe que un principio pedagógico básico a la hora de juzgar el trabajo del alumno es iniciar la crítica con algo favorable. Por endeble que sea la colección, siempre habrá algo rescatable del cual partir; algo positivo que destacar. Naturalmente, el jurado está obligado a decir lo que está mal; aquello en lo que no sigue las reglas; lo que puede y debe ser cambiado o mejorado. Pero unas palabras de encomio o de aliento harán que el alumno no solo no se sienta humillado, sino que aceptará con mejor disposición de ánimo la crítica constructiva y querrá esforzarse al asumir nuevos retos en el futuro.
Sé que en grandes exhibiciones, especialmente las mundiales y continentales, el tiempo del que dispone el jurado para evaluar las colecciones y dar su veredicto es muy poco. Así mismo, ocurre con el tiempo que tienen para hablar con cada uno de los coleccionistas interesados en escuchar de viva voz la crítica a su colección. Sin embargo, por experiencia propia, este es un punto en el que me gustaría que los jurados hicieran un esfuerzo extra. Darle oportunidad al coleccionista que así lo desea, de escuchar no solo la crítica en algunos aspectos puntuales, sino una explicación más prolija del porqué de cada puntuación especialmente en aquellos aspectos en que el coleccionista no lo ha hecho tan bien. Porque ¿cómo mejorar si no se sabe qué se está haciendo mal o qué y cómo puede hacer para avanzar? Esta es realmente la oportunidad de entender y aprovechar las recomendaciones, pero también la oportunidad de explicar cualquier aspecto que no le haya quedado claro al jurado. Y si no se puede hacer oralmente, debería hacerse por escrito para que el expositor pueda repasar las veces que sean necesarias las recomendaciones del jurado calificador.
En mi caso particular, me habría servido de mucho si en vez de decirme solamente que había ganado 83 puntos y premio especial por conocimiento, me hubieran dado una explicación más detallada del porqué de la puntuación en cada uno de los apartados en los que fui evaluada. Cierto que tuve la dicha de que Damian Läge, vocero del jurado temático de la EXPO AFE 150 AÑOS, comentara públicamente algunas de mis hojas; pero en el nerviosismo del momento, por más que uno trate de retenerlo todo, es imposible que no se nos escapen recomendaciones importantes. Muchos expositores no tuvieron o no quisieron aprovechar esa oportunidad única de escuchar la crítica del más reconocido temático a nivel mundial; oportunidad que yo, en cambio, atesoro no solo como expositora, sino como docente porque pude comprobar que Damian Läge no solo es un experto filatelista, sino que nos puede ilustrar de la mejor manera—con el ejemplo—cómo se deberían juzgar las colecciones cuando se quiere, además, ejercer generosa docencia. Pero Läge no fue el único que calificó mi colección; otros jurados también aportaron sus observaciones. En ese sentido me siento más que afortunada porque el intercambio con ellos me permitió tener una visión más completa de mi colección desde otra perspectiva importante, la del jurado. Naturalmente, no con todos o en todo estuve de acuerdo, pero siempre lo consideré y lo sigo considerando un provechoso aprendizaje. Ese quizás sea el aporte más valioso de toda competición: el conocimiento que nos enriquece, fuera del placer inherente al montaje de nuestra propia colección.
Otra pregunta que deriva de la primera sería: ¿Merece esa colección que se le rebajen los puntos ya dados o se le debe, por lo menos, mantener la puntuación obtenida? Hay casos, ya mencionados de sobra, en que ocurre una especie de “plagio” de otra(s) colección(es). Por supuesto, en el momento en que se descubre que la colección no merecía la puntuación otorgada inicialmente, deben tomarse las medidas adecuadas. Pero eso es otra cosa y no creo que se den demasiados casos así. ¿Quién decide, entonces, que los jueces anteriores no hicieron bien su trabajo y, en cambio, los siguientes sí? ¿Por qué los jurados que han evaluado la colección no protestan al ser demeritada por otros jurados posteriores? Al fin y al cabo, una rebaja tan grande, que implique quitar las medallas otorgadas, no solo es humillante para el expositor; sin duda, también lo es para el jurado. Si yo fuera jueza y mi decisión fuera cuestionada hasta el punto de quitarle el oro concedido a una colección, a menos que me probaran que cometí una falta grave en el juzgamiento, lo consideraría un irrespeto y definitivamente, me habría visto obligada a exigir explicaciones. Callar sería inaceptable porque significaría que al más alto nivel filatélico (la FIP) los jueces no tienen la misma idoneidad ni su juzgamiento, la misma ponderación. Pero, ¿quién querría ser juez de quinta categoría? Nueva York ha revelado una falla en los criterios seguidos a la hora de la evaluación de las colecciones temáticas, las más difíciles de todas, que exige de parte de las autoridades de la FIP una pronta y exhaustiva revisión por el bien del futuro de la filatelia temática competitiva a nivel mundial. O no todos los jueces están suficientemente preparados para evaluar las colecciones u otros criterios extemporáneos que nada tienen que ver con lo propiamente filatélico, ejercen demasiada presión. De cualquier manera, quien sale perdiendo es el expositor.
Es triste pensar que un pasatiempo posible para la gran mayoría, tan útil para el conocimiento y la cultura, quede en manos de una élite a la que muy pocos pueden acceder. Nada de lo anterior contribuye positivamente a difundir la filatelia ni mucho menos incentiva a competir cuando además, hay que pagar y muy caro por el simple privilegio de exhibir.
Leyendo los interesantes artículos publicados en La Lupa sobre las competiciones filatélicas, especialmente el de Ángel Iglesias Vidal, Competir es progresar (con el que concuerdo plenamente) pienso que hay dos puntos que los entendidos deberían tratar con mayor profundidad.
Uno, es el papel del jurado. Además de valorar las colecciones de acuerdo con unos reglamentos y criterios establecidos y que se supone que el expositor conoce y a los que procura adherirse, pienso que la labor más significativa de cualquier jurado es ayudar al concursante a descubrir sus fortalezas y a entender sus puntos débiles con el propósito de orientarlo hacia el mejoramiento de su colección. Este es un papel sumamente significativo y al mismo tiempo, delicado, pues no se trata de apabullar al coleccionista, especialmente a los novatos, con las críticas negativas por muy acertadas que ellas sean. El jurado debe estar consciente de que esa persona no sólo ha demostrado un gran interés en la filatelia al montar una colección, lo cual ya de por sí es un mérito en esta época; sino que además, denota valentía al exponer su trabajo a la crítica pública y ¿por qué no? un cierto orgullo por una labor a la que le ha dedicado tiempo, esfuerzo y cariño.
Marcela Díaz Cabal, nuestra corresponsal panameña de La Lupa |
El expositor, por su parte, ve en ese jurado a los expertos que validarán su trabajo en lo que tiene de bueno y le ayudarán a mejorar su colección en lo que ha fallado. Pero todo maestro sabe que un principio pedagógico básico a la hora de juzgar el trabajo del alumno es iniciar la crítica con algo favorable. Por endeble que sea la colección, siempre habrá algo rescatable del cual partir; algo positivo que destacar. Naturalmente, el jurado está obligado a decir lo que está mal; aquello en lo que no sigue las reglas; lo que puede y debe ser cambiado o mejorado. Pero unas palabras de encomio o de aliento harán que el alumno no solo no se sienta humillado, sino que aceptará con mejor disposición de ánimo la crítica constructiva y querrá esforzarse al asumir nuevos retos en el futuro.
-> Desafortunadamente, no siempre el jurado entiende bien su papel o tal vez, olvida colocarse en el lugar del coleccionista y ver con claridad el objetivo de la crítica.Olvidan cómo eran sus propias colecciones cuando eran ellos los principiantes. Olvidan que no todos tienen que seguir los mismos pasos o coincidir en sus ideas de cómo montar una colección filatélica. Al fin y al cabo, en la variedad de estilos radica buena parte de ese placer que sentimos los observadores ante exposiciones filatélicas bien montadas, así como las enseñanzas que de todas podemos extraer, aun de las más modestas o débiles, si nos lo proponemos. Por otra parte, el jurado debe saber escuchar al expositor cuando explica su colección de la misma manera que escuchamos con atención y buena voluntad al que defiende su tesis en los recintos universitarios. Recordemos que nadie va a saber más del tema que quien lo ha trabajado, a menos que el juez sea también un experto en la materia, pero la experiencia será mucho más enriquecedora si el aprendizaje se da en ambas vías. Ganará luces el expositor, lo cual le ayudará en el futuro, y ganará experiencia el examinador.
Sé que en grandes exhibiciones, especialmente las mundiales y continentales, el tiempo del que dispone el jurado para evaluar las colecciones y dar su veredicto es muy poco. Así mismo, ocurre con el tiempo que tienen para hablar con cada uno de los coleccionistas interesados en escuchar de viva voz la crítica a su colección. Sin embargo, por experiencia propia, este es un punto en el que me gustaría que los jurados hicieran un esfuerzo extra. Darle oportunidad al coleccionista que así lo desea, de escuchar no solo la crítica en algunos aspectos puntuales, sino una explicación más prolija del porqué de cada puntuación especialmente en aquellos aspectos en que el coleccionista no lo ha hecho tan bien. Porque ¿cómo mejorar si no se sabe qué se está haciendo mal o qué y cómo puede hacer para avanzar? Esta es realmente la oportunidad de entender y aprovechar las recomendaciones, pero también la oportunidad de explicar cualquier aspecto que no le haya quedado claro al jurado. Y si no se puede hacer oralmente, debería hacerse por escrito para que el expositor pueda repasar las veces que sean necesarias las recomendaciones del jurado calificador.
En mi caso particular, me habría servido de mucho si en vez de decirme solamente que había ganado 83 puntos y premio especial por conocimiento, me hubieran dado una explicación más detallada del porqué de la puntuación en cada uno de los apartados en los que fui evaluada. Cierto que tuve la dicha de que Damian Läge, vocero del jurado temático de la EXPO AFE 150 AÑOS, comentara públicamente algunas de mis hojas; pero en el nerviosismo del momento, por más que uno trate de retenerlo todo, es imposible que no se nos escapen recomendaciones importantes. Muchos expositores no tuvieron o no quisieron aprovechar esa oportunidad única de escuchar la crítica del más reconocido temático a nivel mundial; oportunidad que yo, en cambio, atesoro no solo como expositora, sino como docente porque pude comprobar que Damian Läge no solo es un experto filatelista, sino que nos puede ilustrar de la mejor manera—con el ejemplo—cómo se deberían juzgar las colecciones cuando se quiere, además, ejercer generosa docencia. Pero Läge no fue el único que calificó mi colección; otros jurados también aportaron sus observaciones. En ese sentido me siento más que afortunada porque el intercambio con ellos me permitió tener una visión más completa de mi colección desde otra perspectiva importante, la del jurado. Naturalmente, no con todos o en todo estuve de acuerdo, pero siempre lo consideré y lo sigo considerando un provechoso aprendizaje. Ese quizás sea el aporte más valioso de toda competición: el conocimiento que nos enriquece, fuera del placer inherente al montaje de nuestra propia colección.
-> Otro aspecto sensitivo tiene que ver con aquellas colecciones que ya no son de principiantes, sino de participantes duchos, pero que de una exposición a otra son "devaluadas".Creo que los organismos encargados de elaborar las directrices, deberían estudiar con mayor cuidado esta situación y buscar los mecanismos que eviten casos como el que ocurrió en la exposición mundial en Nueva York unos meses atrás. Cuando a un expositor avezado, que además también es juez, se le devalúa su colección al punto de perder sus medallas de oro no cabe más que hacerse una serie de preguntas. La primera, con seguridad, sería: ¿Para qué expondría alguien su colección ya ganadora de oros en una competición mundial y precisamente en su modalidad, si no es porque aspira como mínimo, validar su palmarés? A mi juicio, sería un contrasentido presentarla considerando de antemano que va a perder lo obtenido. El que expone nuevamente busca como mínimo, mantener su puntuación. Pero más lógico aún es suponer que el expositor ha mejorado su colección y por ello la presenta en una nueva exhibición.
Otra pregunta que deriva de la primera sería: ¿Merece esa colección que se le rebajen los puntos ya dados o se le debe, por lo menos, mantener la puntuación obtenida? Hay casos, ya mencionados de sobra, en que ocurre una especie de “plagio” de otra(s) colección(es). Por supuesto, en el momento en que se descubre que la colección no merecía la puntuación otorgada inicialmente, deben tomarse las medidas adecuadas. Pero eso es otra cosa y no creo que se den demasiados casos así. ¿Quién decide, entonces, que los jueces anteriores no hicieron bien su trabajo y, en cambio, los siguientes sí? ¿Por qué los jurados que han evaluado la colección no protestan al ser demeritada por otros jurados posteriores? Al fin y al cabo, una rebaja tan grande, que implique quitar las medallas otorgadas, no solo es humillante para el expositor; sin duda, también lo es para el jurado. Si yo fuera jueza y mi decisión fuera cuestionada hasta el punto de quitarle el oro concedido a una colección, a menos que me probaran que cometí una falta grave en el juzgamiento, lo consideraría un irrespeto y definitivamente, me habría visto obligada a exigir explicaciones. Callar sería inaceptable porque significaría que al más alto nivel filatélico (la FIP) los jueces no tienen la misma idoneidad ni su juzgamiento, la misma ponderación. Pero, ¿quién querría ser juez de quinta categoría? Nueva York ha revelado una falla en los criterios seguidos a la hora de la evaluación de las colecciones temáticas, las más difíciles de todas, que exige de parte de las autoridades de la FIP una pronta y exhaustiva revisión por el bien del futuro de la filatelia temática competitiva a nivel mundial. O no todos los jueces están suficientemente preparados para evaluar las colecciones u otros criterios extemporáneos que nada tienen que ver con lo propiamente filatélico, ejercen demasiada presión. De cualquier manera, quien sale perdiendo es el expositor.
Es triste pensar que un pasatiempo posible para la gran mayoría, tan útil para el conocimiento y la cultura, quede en manos de una élite a la que muy pocos pueden acceder. Nada de lo anterior contribuye positivamente a difundir la filatelia ni mucho menos incentiva a competir cuando además, hay que pagar y muy caro por el simple privilegio de exhibir.
Marcela Díaz-Cabal enhorabuena por el artículo, muy interesante y polémico, tengo la experiencia tanto como jurado como expositor. Como jurado creo que nuestra labor a demás de juzgar es colaborar con el expositor, ahora bien, éste debe de estar por la labor, he juzgado colecciones y no ver al expositor y yo tratar de contactar con él para ponerme a su disposición para tratar de colaborar.
ResponderEliminarComo coleccionista, cuando con mi colección llevaba 5 VG con 83 puntos nacionales a la siguiente me la bajan a 73 puntos, cabreo monumental, pero al ponerme en contacto con el jurado me hace ver la realidad, y efectivamente tenía toda la razón, gracias a su colaboración pude llega a obtener en la última nacional que participe 93 puntos.
Hola... Como expositor, me he llevado muchos disgustos, y decepciones. A estas alturas, todavía hay decisiones del jurado que no entiendo, y, por supuesto, con las que no estoy de acuerdo; de hecho, ocasionalmente he ignorado una parte de las recomendaciones del jurado, y se me ha reconocido el trabajo realizado. También es cierto que la colección había mejorado.
ResponderEliminarEste es uno de los hechos: una colección que no avanza, retrocede. En exposiciones internacionales, aquellas colecciones que no mejoran sustancialmente, corren el riesgo de sufrir una "devaluación". Y ahora, me cambio de sombrero.
Como jurado, echo de menos tener más tiempo para poder evaluar las participaciones. Poder analizarlas con más profundidad. El sistema de juzgado debería evolucionar a un método capaz de poder llegar a la exposición con una idea real de lo que se expone, y dar la oportunidad al coleccionista de explicar, por anticipado, su colección.
Estanislao Pan de Alfaro
Amigos de la Lupa / Marcela / Gáranda / Estanislao,
ResponderEliminarAntes que nada un saludo, que si es polémico este tema, es cierto muy polémico.
Desde mi punto de cada quien puede hablar de "como le fue en la feria", algunos la disfrutaron, a otros no les fue tan bien y a otros les fue terrible, en base a mi experiencia:
1. El "Nombre" pesa: en ocasiones ser un filatelistas "nuevo" no es relevante para los jurados y por más que estudies, te prepares cambies actualices tu trabajo, la etiqueta es "sin experiencia", cuando la experiencia no es un factor de tiempo (es favor de practica).
2. Las directrices del jurado son claras y rígidas (lo cual no es malo), pero el gusto del juez influencia mucho la calificación, lo cual vuelve "aparentemente" inalcanzable en ocasiones el siguiente nivel: "un juez puede decir hoy esto esta muy bien", en la siguiente juez puede decir al mismo punto "esto esta mal" y esa oposición en ocasiones no es de reglamento sino de "gusto".
3. Concuerdo que un trabajo que no se actualiza, se vuelve obsoleto, muchos en NY2016 se quejaron de perder nivel de medalla, pero la pregunta que debemos hacernos personalmente esta frente a nosotros ¿Mejoré? o ¿Me quede? he visto colecciones reiterarse en una medalla sin mover ni una sola pieza y otras mantener la medalla sin avanzar un punto "moviendo cielo mar y tierra".
4. La primer hoja habla mucho pero "no lo es todo", la revisión exprés de un trabajo en una exposición mundial es "buena" pero no se alcanza a valorar cada pieza "como se debería", si el equilibrio filatélico-temático y condición-rareza es fundamental en la evaluación, una alternativa de "evaluación aleatoria" en el trabajo ¿puede ser una alternativa? dedicar más tiempo a 10 hojas en un trabajo de 5 marcos (incluyendo la primera) seleccionadas de manera aleatoria pero a profundidad (utilizando la aplicación de selección aleatoria de EXEL de Microsoft) para evitar que el filatelista esté en aviso a cuales hojas atender más o donde colocar las mejores piezas previo a la exposición, podría genera una verdadero análisis a profundidad de las colecciones.
5. Y por último la "preparación del juez", así como hay trabajos obsoletos, también hay jueces "obsoletos"; bueno aquí en este planeta no, estoy hablando de "Marte" para que quede claro.
Como conclusión: Falta mucho por mejorar en las Exposiciones en todos los niveles pero se está trabajando en ello, no son asuntos sencillos definitivamente. Creo y estoy de acuerdo que el juez no necesariamente es el "guía y colaborador" del filatelista, su compromiso es evaluar correctamente. Los medios de aprendizaje son los que deben de ampliarse, "La Lupa" es uno de ellos, la literatura filatelia impresa, seminarios, conferencias, talleres, e incluso el "tour en las exposiciones" son la clave.
Saludos y un abrazo!!
Ya se apuntó en la anterior reunión de la Comisión Temática de FESOFI que hoy día hay instrumentos posibles que revolucionarían las valoraciones de las colecciones. Que los jurados reciban las colecciones escaneadas con tiempo y que elevaran un dictamen sobre la misma y que se debata con el propio coleccionista. No hace falta que vaya al sitio de la exposición hay muchas posibilidades de contacto. Estamos en la época de los blogs, no de las revistas, de la edición digital, de los correos electrónicos, aprovechemos eso para mejorar. Lo que pasa es que la gerontocracia reina en la Filatelia y algunos no se adaptan a los nuevos tiempos (no todos) y por todo ello no somos capaces de atraer a los más jóvenes. Y pasa lo que pasa. Me parece interesantísimo el debate. Gracias Marcela.
ResponderEliminarMuy polémico el tema, pero sobre todo muy acertado el punto expresado por Don Paco Piniella sobre como poder atraer a los más jóvenes, aunque ya los blogs, las ediciones digitales, etc., están siendo rápidamente cambiadas por las redes sociales como facebook, twitter, instagram, What´s App y demás!! A evolucionar está llamada la Filatelia... y rápido porque nos come el relevo generacional!!
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