La Historia de los Mundiales de fútbol (5ª Parte)

Artículo de ©J.P. Aguilar
La estampilla de 5,80 cruzeiros,
para correo aéreo, el valor más
alto de la serie con la que Brasil
conmemoró la Copa de 1950
1938, el año del Mundial de Francia, terminó con la emisión de una nueva estampilla dedicada al fútbol: un sello soviético de 50 kopeks, con la imagen de tres jugadores tras un balón (Scott 704), que formaba parte de una serie dedicada a varios deportes y se puso en circulación el 28 de diciembre. Pocos meses después, el 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia y desató la Segunda Guerra Mundial. Para entonces, Alemania, Argentina y Brasil habían presentado sus candidaturas para organizar el campeonato de 1942, pero un mundo en guerra no tenía espacio para un torneo deportivo, y la FIFA suspendió el certamen hasta que terminaran las hostilidades.
Aunque siguió jugándose, el fútbol dejó de aparecer en los sellos postales. Solo tres emisiones, una hermosa serie de Costa Rica que en 1941 conmemoró el Campeonato Centroamericano y del Caribe (Scott 201-208 y C57-C66), una estampilla de Eslovaquia de 1944 (Scott B21) y otra de Turquía que, el año anterior, mostraba la imagen de un grupo de jugadores en una actitud más militar que deportiva (Scott 922), aparecieron durante la guerra. Como resultado del Mundial de Francia, la Diosa de la Victoria, el trofeo que luego se conocería como Copa Jules Rimet, quedó en manos de Italia. Mientras duró la guerra la tuvo escondida Ottorino Barassi (1898-1971), dirigente del fútbol italiano que en ese entonces se desempeñaba como vicepresidente de la FIFA. Barassi había retirado el trofeo de las bóvedas del banco italiano en el que se lo había depositado, para evitar que cayera en manos de los alemanes; cuando éstos se apoderaron de las instalaciones bancarias, lo primero que buscaron fue la Copa, pero ésta se encontraba ya en un sitio seguro: una caja de zapatos bajo la cama de Barassi, donde permaneció hasta el fin de la guerra.
Estampillas emitidas por la Unión Soviética (1938),
Costa Rica (1941), Turquía (1943) y Eslovaquia (1944)

Ottorino Barassi
La reciente terminación de esta última impidió que existan condiciones para realizar el campeonato en 1946, como correspondía. La FIFA, reunida en Luxemburgo el 1 de julio de ese año, decidió que el torneo se juegue en 1949 y lo bautizó como Jules Rimet, como homenaje al dirigente francés. La intención inicial de asignar a Suiza la sede del campeonato tropezó con la oposición de los países sudamericanos, que reclamaron el campeonato luego de los dos realizados en Europa. El 25 de julio se eligió por unanimidad a Brasil como el anfitrión de la Copa que, finalmente, se decidió realizar en 1950. 1946 fue no solo el año del relanzamiento del campeonato mundial, sino también aquél en el que se incorporaron a la FIFA las cuatro federaciones británicas. Un partido amistoso entre la selección de Gran Bretaña y la del resto de Europa, bautizado entonces como partido del siglo y jugado el 10 de mayo de 1947 en Glasgow (Escocia), ante 135.000 espectadores, sirvió para festejar el acontecimiento y conseguir una recaudación de 35.000 libras esterlinas, que se entregó a la Federación Internacional para solventar sus problemas financieros. Los británicos obtuvieron el triunfo con un marcador de seis a uno. Este renacimiento futbolístico y la promesa del nuevo campeonato, se reflejaron en el mundo de la filatelia. a partir de 1946 varios países, fundamentalmente latinoamericanos y de Europa del este, dedicaron al fútbol sellos y series de estampillas: Rumania en 1946 (Scott 628); Bulgaria en 1947 (Scott 581); en 1948 Guatemala (Scott C158-C162), Unión Soviética (Scott 1255) y Rumanía (Scott CB13-CB14); y, en 1949, nuevamente la Unión Soviética (Scott 1380). Una emisión curiosa fue la que hizo Nicaragua el 15 de julio de 1949: varios sellos dedicados a la Décima Serie Mundial de Béisbol Amateur, pero con imágenes de varios deportes; se incluyeron dos estampillas y dos hojas recuerdo con escenas futbolísticas y leyendas que se refieren al béisbol (Scott 728, 728a, C297 y C297a).

Las eliminatorias para la Copa de Brasil se jugaron desde 1949. Treinta y cuatro equipos compitieron por catorce cupos, pues el anfitrión, Brasil, y el campeón reinante, Italia, no requerían clasificarse. La FIFA suspendió a Alemania, como sanción por los crímenes de guerra. De los clasificados, tres se retiraron por diversos motivos: Escocia se negó a participar porque no obtuvo el primer lugar en la ronda clasificatoria, Turquía prefirió no viajar a Brasil y el equipo de la India no quiso someterse a la obligación de jugar con zapatos. La FIFA buscó llenar los cupos faltantes, pero no pudo hacerlo, así que el campeonato se jugó con trece selecciones. Por Sudamérica clasificaron Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. Italia llegó al mundial mermada por el accidente aéreo del 4 de mayo de 1949, en el que fallecieron todos los integrantes del Torino, equipo base de la selección.

Emisiones de Rumania (1946), Bulgaria (1947), Guatemala (1948), Unión Soviética (1948),
Rumania (1948) Unión Soviética (1949 y Nicaragua (1949)

El campeonato se jugó en seis estadios, en otras tantas ciudades, entre el 24 de junio y el 16 de julio. Como sede principal, en la que pensaba coronarse campeón, Brasil construyó el estadio más grande del mundo, el Maracaná, con capacidad para 200.000 espectadores. Éste y otros estadios tuvieron problemas en su cronograma de construcción, así que la FIFA envió a Ottorino Barassi, quien apoyó en la organización de los trabajos finales y consiguió que, en general, terminaran a tiempo, aunque durante el torneo las tareas de construcción siguieron ejecutándose.

A la izquierda, el Maracaná en la estampilla brasileña de 1,20 cruzeiros, conmemorativa de la Copa de 1950;
a la derecha, Ottorino Barassi entrega el trofeo a los dirigentes brasileños

La estampilla para correo ordinario,
de la serie de tres valores emitida por
Brasil para conmemorar la Copa de 1950
Barassi, el protector del trofeo durante la guerra, lo entregó a los organizadores del campeonato poco antes de que éste arranque, con el partido inaugural en el que Brasil se impuso a México por cuatro goles a cero. El mismo día de la inauguración se emitieron tres sellos conmemorativos del campeonato, uno para correo ordinario y dos para correo aéreo. Para la primera fase del campeonato se organizaron cuatro grupos, dos con cuatro equipos, uno con tres y otro con dos. Los ganadores se enfrentaron en un cuadrangular final; como no se había previsto un partido final, el nuevo campeón debía ser el que obtuviera más putos en esta fase. La forma en que se dieron las cosas, sin embargo, convirtió al último partido del cuadrangular, en el que se enfrentaron Brasil y Uruguay, e una verdadera final y, sin duda, la de mayor repercusión de la historia de los mundiales. Brasil, España, Suecia y Uruguay fueron los cuatro finalistas. Brasil arrasó en sus dos primer partidos, siete a uno y seis a uno ante Suecia y España, respectivamente. Para el 16 de julio estaba previsto el partido frente a Uruguay, en el Maracaná; el rival de los anfitriones llegó al encuentro con un empate de dos a dos ante España y un triunfo de tres a dos ante Suecia. A Brasil le bastaba un empate para ser el nuevo campeón del mundo. En el estadio construido para el triunfo de Brasil, ante 173.850 espectadores, Uruguay se enfrentaba a la imposible tarea de derrotar al favorito, tarea que el entrenador uruguayo, Juan López Fontana, consideraba superior a sus fuerzas; lo único que esperaba era evitar una derrota humillante, y pidió a su equipo jugar a la defensiva. Los jugadores no pensaban hacerle caso; mientra el entrenador no oía, Obdulio Varela, el capitán, les dijo a sus compañeros que Juancito era un buen hombre, pero que jugar a la defensiva sería un error: terminarían como España y Suecia.

El gol de Ghiggia

A la izquierda, en medio de la confusión y el silencio, "casi a escondidas", Jules Rimet entrega el trofeo a Obdulio Varela.
A la derecha, los campeones de 1950. De pie, de izquierda a derecha, Obdulio Varela, Juan López Fontana, Eusebio Tejera,
dos no identificados, Schubert Gambetta, Matías González, Roque Máspoli, Víctor Rodríguez Andrade y
un no identificado; en cuclillas, en el mismo sentido, no identificado, Alcides Ghiggia, Julio Pérez,
Óscar Miguez, Juan Schiaffino, Rubén Morán y Ernesto Figoli

El empate a cero durante el primer tiempo fue la primera decepción de la hinchada, que esperaba golear como en los partidos anteriores. Pero ni ésto pudo desvanecer el optimismo, que se convirtió en delirio cuando apenas iniciado el segundo tiempo, Friaça logró derrotar al portero Roque Máspoli y anotó el gol brasileño. Obdulio Varela, con el abierto propósito, que después confesaría, de demorar las acciones y enfriar el partido, retiró la bola del arco con toda parsimonia, avanzó sin prisa hasta el centro de la cancha y se detuvo largo rato a reclamar por un supuesto fuera de juego. Se trataba, por otro lado, de un absurdo diálogo de sordos, porque el árbitro inglés, George Reader, no entendía el castellano de Varela, que tampoco hablaba inglés. La idea, sin embargo, no era comunicarse, sino bajar la presión; Varela lo consiguió y Brasil perdió el empuje del gol inicial. En el minuto 21, Juan Alberto Schiaffino anotó el gol del empate tras un pase de Ghiggia. Pero los brasileños, aún sin ganar, seguían siendo los campeones, hasta que en el minuto 34 Ghiggia recibió la pelota de Julio Pérez, burló al defensa Bigode y fingió un pase al centro. Moacir Barbosa, el arquero brasileño, cometió el peor error de su vida, cayó en la trampa y abrió el espacio por el que se coló el gol que enmudeció al estadio.

La emisión uruguaya de 1951, conmemorativa
del triunfo en la Copa de Brasil 
Silencio y llanto, ese es el recuerdo que quienes presenciaron el partido tienen de los minutos que siguieron al gol de Ghiggia, en los que el empuje de Brasil no logró derrotar al portero Máspoli. Jules Rimet contaría después que él se había retirado a los vestuarios para prepararse para la ceremonia final, en la que debía salir por el túnel en medio de una guardia de honor, para entregar la copa a los brasileños. Cuando se dio cuenta que se había hecho el silencio, salió a la cancha y lo único que acertó a hacer fue encontrar, en medio de la confusión, a Obdulio Varela, entregarle casi a escondidas el trofeo, estrecharle la mano y retirarse sin poder pronunciar ni una palabra de felicitación. Obdulio Varela pasó la noche recorriendo bares y bebiendo abrazado a los vencidos; "fue casualidad", diría cuando le preguntaron por el triunfo, y explicaría también que si ese partido se jugaba cien veces, en las 99 hubiera ganado Brasil; lo que pasa es que no tocó el partido cien, dijo. El brasileño Ademir fue el goleador de la Copa de 1950, pero no le sirvió de nada. Él y sus compañeros fueron condenados al desprecio y cargaron con las culpas de la mayor tragedia en la historia del fútbol brasileño; Moacir Barbosa terminó sus días como cuidador del estadio en el que no dejaba de ver el poste junto al que pasó la pelota que cambió su vida. A partir de entonces, Brasil sustituyó el uniforme blanco por el verde amarillo. Con dos sellos postales, emitidos el 20 de marzo de 1951, los uruguayos celebraron su triunfo. Fue la primera vez que un país distinto al organizador, puso en circulación sellos postales conmemorativos del campeonato mundial.

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