Artículo de ©J.P. Aguilar
En 1956, la Revolución Húngara contra el estalinismo fue ahogada en sangre por las tropas soviéticas. En esos días, el Budapest Hónved, equipo base de la selección de Hungría, se encontraba en Bilbao, participando en la Copa de Campeones de Europa; varios jugadores, entre ellos Zoltán Czibor, Sándor Kocsis y Ferenc Puskás, decidieron no volver a su país. Desintegrada, la selección húngara dejó de ser el Equipo de Oro y el camino para una nueva era en el fútbol mundial, quedó abierto.
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La serie sueca de tres estampillas, emitida para conmemorar el Campeonato Mundial de Fútbol de 1958 |
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Hoja recuerdo con la que Hungría
conmemoró el cincuentenario de la revolución de 1956 (Scott 4005) |
Eso se vería en el mundial de 1958, cuya sede se adjudicó Suecia en el Congreso de la FIFA, realizado en Río de Janeiro en 1950, atendiendo una solicitud hecha cuatro años antes. Brasil impugnó la decisión, que contradecía la regla de alternabilidad entre Europa y América, pero la falta de una sede adecuada en este último continente hizo que la decisión se ratifique en 1954.
Con los cupos asignados al campeón reinante (Alemania) y al anfitrión, los catorce restantes se disputaron entre cincuenta y tres equipos.
De los veintisiete europeos, nueve pasaron a la fase final, entre ellos, por única vez en la historia de los mundiales, las cuatro selecciones de la Gran Bretaña. Conformaban la representación europea, a más del campeón y del anfitrión, Austria, Checoslovaquia, Escocia, Gales, Hungría, Inglaterra, Irlanda del Norte, Unión Soviética y Yugoslavia.
México obtuvo el pase a la final después de imponerse a Costa Rica; los dos países fueron los ganadores de los dos grupos de selecciones que disputaron la fase clasificatoria en El Caribe, Norte y Centroamérica.
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La estampilla de Checoslovaquia (izquierda) y los dos sellos soviéticos
que conmemoraron la Copa del Mundo de 1958 |
La eliminatoria asiática fue un desastre, con sucesivos retiros de selecciones y la negativa de Egipto, Indonesia y Sudán a enfrentarse a Israel. Para evitar que la selección de este último país se clasifique automáticamente y sin jugar un partido, la FIFA resolvió organizar una fase de repesca en la que Gales superó al equipo del Estado judío. No hubo, entonces, representante asiático en ese campeonato.
Las selecciones sudamericanas, salvo Ecuador y Venezuela, jugaron una ronda clasificatoria en tres grupos; Argentina, Brasil y Paraguay pasaron a la fase final.
Los dos primeros campeones, Uruguay e Italia, fueron descalificados y no jugaron en Suecia.
El Mundial de Suecia se inauguró el 8 de junio, con los partidos jugados en Malmö y Halmstad por Argentina contra Alemania y Checoslovaquia contra Irlanda del Norte, respectivamente. Ese mismo día, Suecia emitió una serie de tres estampillas conmemorativas (Scott 524-536), con las que se hicieron los primeros cuadernillos (booklets), dedicados al fútbol, cada uno con paneles de ocho estampillas.
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Uno de los cuadernillo con las estampillas suecas conmemorativas del Mundial de 1958 |
Fue esta la primera vez en que dos países que no eran los organizadores ni los ganadores del campeonato, pusieron en circulación sellos postales conmemorándolo. Checoslovaquia lo hizo el 25 de enero de 1958 al incluir, en una serie dedicada a varios certámenes deportivos que debían realizarse ese año, una estampilla alusiva al Campeonato de Suecia (Scott 843). El 5 de junio, la Unión Soviética emitió una serie de dos estampillas, de las que existen ejemplares perforados e imperforados (Scott 2072-2073).
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Garrincha (Flamengo) |
Alemania, la defensora del título, superó la fase de grupos con un triunfo de tres a uno ante Argentina y sendos empates con Checoslovaquia e Irlanda del Norte. La victoria frente a Yugoslavia le permitió avanzar a los cuartos de final, donde se enfrentó con la selección sueca que derrotó a los alemanes por tres goles a uno.
Quien sí superó de un modo casi perfecto la primera fase fue Francia. Dos victorias ante Paraguay y Escocia fueron suficientes, pese a la derrota frente a Yugoslavia, para permitirle jugar los octavos de final con Irlanda del Norte. Lo que se destacaba en el equipo galo era su fuerza goleadora: once goles en tres partidos, seis de ellos anotados por Just Fontaine, quien anotaría siete goles más en los siguientes encuentros, para alcanzar la marca de trece en un solo campeonato y convertirse en el máximo goleador de los mundiales de fútbol.
Con dos goles de Fontaine y un marcador de cuatro a cero, Francia se impuso a Irlanda del Norte y ganó el derecho a disputar los cuartos de final, donde se encontró con Brasil.
Los brasileños habían empezado el campeonato con una victoria de tres a cero ante Austria, pero un empate sin goles ante Inglaterra hizo peligrar la clasificación. Antes del tercer partido, que debía disputarse con la Unión Soviética, los jugadores se impusieron al entrenador Vicente Feola y, con la amenaza de no jugar si no eran atendidos, definieron la alineación y consiguieron que se incluyera a varios jugadores negros, que habían sido mantenidos como suplentes, entre ellos Vavá, Garrincha y Pelé. Estos dos últimos fueron los grandes conductores del equipo y Vavá pudo anotar dos goles que sellaron la derrota de los soviéticos.
Manuel Francisco dos Santos Mané Garrincha, La Alegría del Pueblo, era fumador desde los diez años, analfabeto y alcohólico; la poliomelitis le torció las piernas y una de ellas era más corta que la otra; se le consideraba deficiente mental y, si se hubiera hecho caso al psicólogo del equipo, habría sido enviado de vuelta al Brasil y no hubiera jugado el campeonato. Ninguno de estos defectos físicos y mentales le impidieron ser una maravilla del fútbol, y dicen que fue su juego el que convirtió el taurino olé, en un grito futbolístico.
Edson Arantes do Nascimento Pelé, tenía diecisiete años cuando jugó en Suecia y llegaría a ser considerado como el mejor jugador del siglo, pero al inicio del campeonato se lo tuvo como un inexperto cuyo sitio era la banca de suplentes. A partir del juego con la Unión Soviética, se convirtió en la figura del equipo que protagonizaría una nueva época en la historia del fútbol. El apodo se lo puso su madre, quien al reclamarle que prefería los balones a los libros, vaticinó que se convertiría en un pelé, un don nadie.
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La imagen deSuecia: Pelé llora en el pecho de Gilmar |
El 15 de junio de 1958, la victoria de Brasil ante la Unión Soviética dio origen a una nueva forma de juego, el Jogo Bonito. En palabras de Graviel Katchalin, el entrenador soviético, era increíble que eso fuera fútbol, jamás se había visto nada más hermoso en la vida. No faltaron, sin embrago, "visionarios" como Pedro Escartín que se escandalizaron ante la "rebelión" de los jugadores brasileños y aseguraron que, con esa indisciplina, Brasil no podría ganar el campeonato.
La alineación impuesta por los jugadores permitió a Brasil derrotar a Gales con un gol de Pelé y, en los cuartos de final, los dos goles franceses, uno de ellos de Fontaine, no fueron suficientes ante la andanada de cinco tantos de los brasileños: tres goles de Pelé, uno de Vavá y otro de Didí.
Franceses y alemanes tuvieron que conformarse con disputar el tercer puesto, en un partido que adquirió una importancia inusual por las todavía frescas heridas de la guerra. Seis a tres fue el resultado final del partido en el que los franceses acabaron con los campeones de 1954.
La final se jugó en Solna, el 29 de junio, ante cerca de cincuenta mil espectadores. El tiempo reglamentario fue suficiente para que los brasileños derroten a los anfitriones, en un partido en el que la hinchada local acabó aplaudiendo a los nuevos campeones. Dos goles de Pelé, dos de Vavá y uno de Zagallo, sellaron la victoria de cinco a dos ante Suecia y convirtieron a la selección brasileña en la primera en lograr un título fuera de su continente.
Lo que se vio en ese partido se resume en la frase del medio campista sueco, Sige Parling: "después del quinto gol tenía ganas de aplaudir".
A la izquierda, la estampilla de 1959, con la que Brasil conmemoró su primer campeonato mundial. A la derecha, los campeones de 1958: de izquierda a derecha, de pie, el entrenador Vicente Feola, Djalma Santos, Zito, Bellini, Niltos Santos, Orlando y Gilmar; en cuclillas, Garrincha, Didí, Pelé, Vavá, Zagallo y Paulo Amaral
El 20 de enero de 1959, Brasil celebró su primer campeonato con una estampilla en la que, por primera vez, aparece la copa Jules Rimet (Scott 887).
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