El tratamiento en una colección temática, compartiendo experiencias

Artículo de ©Marcela Díaz-Cabal
En una época en que cada vez se hace más difícil conseguir  el famoso "relevo generacional", tal vez por deformación profesional siento  la obligación moral de compartir mis experiencias  con los que se inician en el coleccionismo temático para ayudar a que pierdan el temor a exponer y a competir, aun reconociendo que esta es probablemente la más difícil de las modalidades filatélicas y la más subjetiva.
A los "gurús" nada puedo enseñarles; por eso son los expertos. Más bien aprendo de ellos. Tienen toda la experiencia del mundo y probablemente, un "bolsillo" mucho más "profundo" que el nuestro para haber llegado al nivel más alto posible en las competiciones filatélicas. Porque esta verdad de perogrullo que dijo un buen amigo mío, coleccionista mucho más avezado que yo: "El que quiere Oro tiene que meterle Oro" [a su colección] es ciertísima. En otras palabras, para llegar al nivel de un Oro o de un Oro Grande FIP hay  que conseguir piezas raras,  escasas y, la mayoría de las veces, caras.
Mis escritos van enfocados, muy especialmente,  a los que con el mayor entusiasmo hacen sus pininos en la filatelia temática. Para que no pierdan la ilusión por la afición que nos une ni el deseo de avanzar siempre, parafraseando en otro contexto el sugestivo nombre de una bella colección colombina de mi amigo Paco, hacia "la conquista del horizonte" del conocimiento. Porque también es cierto que no es imprescindible ser rico para construir, crear, conseguir una buena colección.
Hablaré en primer lugar del punto de partida de cualquier colección filatélica: el título y el plan.  Porque ellos constituyen la columna vertebral de toda colección filatélica y más aún en la temática. El expositor depende de ese título y de ese plan para desarrollar  razonablemente bien su colección.
Cuando pasamos de la etapa de acumuladores y nos preparamos para convertirnos en verdaderos coleccionistas, también nos entrará el  deseo muy natural  de compartir nuestra obra con otros; tal como sucede con  los escritores, músicos, pintores, diseñadores, etc. que se ilusionan con mostrar a un público sus creaciones. Para ello debemos tener claro que necesitaremos un plan bien estructurado y un título acorde que no sólo anuncie a los demás qué les vamos a mostrar sino que -muy importante- delimite al mismo tiempo los contenidos y la extensión de la colección.
Posiblemente muchos piensan que es muy difícil elaborar un buen plan y que tienen que esperar ese momento especial de la "inspiración".  Pero no se trata de inspiración; se trata de elección. Es buscar un tema que nos agrade, nos interese o que conozcamos bien y luego sentarnos a reflexionar sobre este. Pensar qué queremos mostrar, en qué orden, cómo lo realizaremos, y plasmarlo en el papel. Luego lo revisaremos e iremos haciendo los ajustes necesarios. Pero hay que tener un cabito, algo que nos permita dar los primeros pasos.
Naturalmente también tenemos que cerciorarnos de que podremos contar con suficiente material para desarrollar el tema. Y aquí viene la famosa pregunta: ¿qué vino primero, el huevo o la gallina? ¿Debemos acumular piezas antes de elaborar nuestro plan o debemos plantearnos primero el plan y luego buscar con qué desarrollarlo? En mi caso, elegí el tema  con una sola estampilla del Quijote que me habían regalado y me arrojé al agua alegremente, sin saber nadar. Y como sucede con los niños de nuestros campos, para no ahogarme, terminé nadando.
Elegí el tema porque me era familiar: lo había estudiado, lo había enseñado muchos años y me fascinaba. Afortunadamente, había suficiente material. Pero en aquel momento de la decisión ni me lo pregunté.  Lo mejor habría sido cerciorarme primero de que podía contar con suficiente material para desarrollar el proyecto. Me debí servir de las mejores herramientas con las que contamos hoy: la internet y los sitios virtuales, los amigos, las casas de subastas, los catálogos... etc. En cambio, yo solo dije, optimista, con mi sello en la mano: "voy a hacer una colección sobre El Quijote". Y me eché al agua sin flotador. Ingenuo que es uno.
Sin saber de reglas ni de directrices, ocho meses más tarde exponía yo en una Feria de Colecciones montada por los numismáticos panameños una  colección cervantina de 3 marcos ¡más tópica que temática! Por supuesto, no solo no ganó el más mínimo reconocimiento  (me venció una sobre Hitler), sino que reconozco que de ella ni el título me sirvió. Solo pude rescatar unos cuantos sellos porque la verdad sea dicha, también tenía una mezcolanza de sellos nuevos y viejos. Hoy me río de esa primera exhibición.
Hay coleccionistas que, en cambio,  escogen temas que nada tienen que ver con su profesión; ya sea porque les llama la atención, les gusta o  simplemente quieren aprender algo nuevo. Tengo dos amigos que eligieron para sus colecciones la Cruz Roja y el nacimiento de Jesucristo  aunque uno es arquitecto y la otra, odontóloga. Ninguno, ni ellos ni yo, nos hemos  arrepentido. Pienso que ambas posibilidades son válidas porque todo depende de nuestro gusto y de hallar satisfacción en lo que hacemos.
Nadie practica un pasatiempo por obligación, sino por entretenimiento y placer. Si se trata de una afición lo primero es que tenemos que disfrutarlo. Pero si además de coleccionar estampillas queremos exhibir y competir, debemos  estar consciente de que la cosa ya no será tan fácil.  Al nadador que pretende participar en una competición con otros nadadores no le bastará con no ahogarse; habrá de someterse a una disciplina y aprender bien el estilo en el que quiere participar, además de conocer las reglas por las que será evaluado. Esto es fundamental. Principio rector de toda colección competitiva, tanto  en filatelia temática como en cualquier otra, es el conocimiento de los reglamentos y directrices  que rigen la filatelia mundial en nuestra modalidad. Yo añadiría, hay que tenerlos siempre a mano.
Dicho esto, si el coleccionista elige un tema bastante común tendrá que leer e investigar montones, pero también estudiar aquellas colecciones que ya tratan ese tema  para aprender de ellas y buscar un enfoque diferente para la suya. Por ejemplo, mi compañero Edward  que eligió la Cruz Roja no escogió las labores o los principios en los que se basa esta institución, sino que le dio un giro diferente: se centró en la vida de Henry Dunant, su creador, y cómo de sus vivencias surgió la idea que luego se concretaría en la Cruz Roja. Otro tema bastante conocido es el movimiento Scout o Escultismo. ¿Cómo hacer para darle ese toque innovador? Bueno, recuerdo que una exposición a la que asistí hace algunos años me llamó la atención una colección Scout en la que el expositor eligió ¡¡hacer "hablar" al pañuelo!!
Eso es usar la  imaginación.
Pero si no es común el tema, le tocará abrir trocha. Lo cual no necesariamente es una ventaja... o una desventaja.  Es cierto que será un tema novedoso  y que el expositor no competirá con nadie, sino con él mismo; pero puede que no sea fácil encontrar materiales o que no haya tal diversidad, lo cual implica un mayor desafío a la hora de desarrollar el plan por la variedad que espera el jurado en una colección de cierto nivel.
Lo que tanto el expositor como el jurado tienen que tener claro es que no se puede fabricar lo que no existe. Para un tema gastronómico o religioso, por ejemplo, será fácil encontrar un VMail o un Airgraph. Pensemos en lo que a un soldado le interesa, aquello que más le importa a la hora de escribir: la comunicación con sus seres queridos, la querencia, las fechas importantes que se celebran en familia, el amor a la pareja y poco más. Bastante improbable que nos toque en suerte un soldado culto, lector, que le dé por dibujar imágenes del Quijote o de Romeo y Julieta, de Virgilio o de Dante.  Para un tema comercial o industrial (transportes, fábricas, artefactos, alimentos, bebidas...) será bastante fácil encontrar publibels. Pero será difícil hallar en estos materiales referencias a un tema literario o filosófico, a menos que sea tangencialmente (y con suerte) por medio de referencias cruzadas.
Al elaborar el plan tenemos que  cerciorarnos de que cumpla ciertos principios fundamentales: debe ser científico, lógico, completo y equilibrado, (el famoso cielo come de Paco Gilabert). Para lograrlo hay que tener clara la estructura del tema. Entendiendo  por estructura a "la distribución y el orden de los componentes o las partes de una obra, en este caso filatélica, dentro de un todo." (Paco Gilabert dixit). O dicho de otro modo, debemos pensar en cómo vamos a articular nuestra idea en bloques temáticos principales y el ordenamiento que les vamos a dar. Puede ser cronológico, de importancia, causa-efecto, problema-solución, etc.
Una vez que tenemos elaborado el plan es preferible  someterlo al criterio de otra persona entendida en filatelia para asegurarnos el no pasar por alto algo importante. O de que el ordenamiento que le hemos dado es el adecuado. A veces sucede  que ligeros cambios sugeridos producen sustanciales mejoras.
Si el plan está bien realizado, conforme a los principios mencionados, los capítulos embonarán perfectamente en el lugar que les corresponde como las piezas de un rompecabezas.  Para quienes por razones de profesión están más familiarizados con la redacción o dirección de trabajos de investigación, tesis de grado, etc., naturalmente se les hace mucho más fácil no solo elaborar un buen plan, sino también desarrollarlo con cierta experticia porque se trata de sustituir la redacción de párrafos (que se supone que domina) por piezas postales-filatélicas con un mínimo de texto escrito como acompañante.  Lo cual no quiere decir que sea imposible, ni siquiera muy difícil elaborar un buen plan aun para quien no ha tenido que ver con la redacción de este tipo de escritos.
Sobre el título de una colección han hablado con claridad los expertos. Parece un asunto sencillo; sin embargo, no lo es. Quienes mejor lo saben  son los que laboran en rotativas. Encontrar personal que sepa titular no es tan fácil como pareciera porque esa persona tiene que saber condensar en pocas palabras todo el contenido del artículo o la noticia  y al mismo tiempo atraer al lector para que quiera adentrarse en su lectura. ¿Cuántas veces no nos ha tocado leer en el periódico un titular y luego percatarnos de que poco o nada tiene que ver con la noticia?
Recuerdo bien la crítica que me hizo Luiz Paulo Rodrigues, cuando en Costa Rica le tocó juzgar mi colección de filatelia abierta sobre perros schnauzer.  El título que le di (¡y me parecía excelente!) fue: El schnauzer miniatura: del diario de una sal y pimienta. Para mí era clarísimo porque como dueña de una schnauzer sabía perfectamente que lo de "sal y pimienta" ("salt and pepper" en inglés) se refería a una clasificación de estos perros por su color (grisáceo, en este caso y uno de los más comunes). Nunca se me ocurrió pensar qué sentido podía tener lo de "sal y pimienta" para un desconocedor de esa raza de perros. Lo cierto es que Luiz Paulo creyó que se trataba del apodo de la perrita. Y no le gustó para nada mi título. Tenía toda la razón: mi título despistaba, porque no se puede dar por sentado que todos saben de perros o entienden sus clasificaciones y a los jurados poco les gustan estas sorpresas. Otra lección aprendida.
Debo confesarles que, sin embargo, la colección continúa con el mismo título que le di entonces. La sigo exponiendo igual porque le tengo cariño, (fue mi primera colección formal), me da pereza despiezarla y todavía guardo la esperanza de que funcione como cebo para atraer hacia la filatelia a alguno de mis estudiantes.  Aunque la verdad sea dicha, ninguno de mis muchachos ha caído hasta el momento; ellos prefieren las monedas. Pero a todos les gusta verla. Mientras, yo sigo  a la espera de que algún día aparezca más material postal-filatélico  que me permita rehacerla  exclusivamente temática. Ya pensaré entonces en un mejor título.
En conclusión, títulos demasiado genéricos no atraen a nadie (ni al jurado); demasiado sofisticados pueden confundir (y eso menos aún le gusta al jurado). Hay que evitar la redundancia tanto como la ambigüedad.  El título de mi primera exhibición tópica de la que hablé al principio, Cervantes y El Quijote en la Filatelia, es un buen ejemplo de lo que NO debe hacerse. En primer lugar, es obvio que una colección filatélica se construye sobre la base de sellos postales por lo que  "en la filatelia" resulta redundante; pero eliminar esa parte nos dejaría un título demasiado breve ("Cervantes y El Quijote") que nada dice de lo que se pretende ni de la perspectiva desde la cual se desarrollará el tema.
Veamos qué ocurre con este otro título y subtítulo de mi colección temática.  Cervantes y El Quijote: Trascendencia y Universalidad.  Una aproximación a través de la imagen y la palabra. Dos vocablos --trascendencia y universalidad-- afirman, por medio de la imagen y la palabra, la importancia de este autor y su obra más allá del tiempo y el espacio. El plan (que aparece en La Lupa) a la vez expresa en sus componentes y su secuencia lo que pretendo: sustentar la tesis de que esta universalidad y trascendencia, evidentes en un inmenso corpus bibliográfico, también se puede demostrar  por medio de "argumentos" postal filatélicos. En otras palabras, no hago una colección sobre  El Quijote, sino que pruebo una tesis que le concierne. Que son dos cosas muy distintas. Y con ello, le doy un giro diferente a mi acercamiento a la obra. Este título, a diferencia del primero, no solo es congruente con el plan, sino que le indica claramente al observador el contenido y los límites de la colección.
Cuando ya estamos satisfechos con el plan, hay dos vías para desarrollarlo: seguir rigurosamente el orden establecido en los capítulos o apartados o simplemente comenzar por el que nos resulte más fácil. Si se trata de un buen plan, los capítulos se insertarán en su lugar con fluidez aunque se hayan desarrollado en desorden. Tal como se trabaja una tesis. Quien alguna vez ha tenido que elaborar un trabajo de este tipo sabe que cada capítulo se puede trabajar independientemente y luego enlazarlos al final. La introducción, incluso, siempre se deja de último porque ella explica de manera sucinta lo que verá el lector en el trabajo completo y por lo mismo hay que tenerlo en su totalidad  (o al menos en borrador) para hablar de él. Dependiendo de la cantidad de marcos que vamos a desarrollar, así mismo debemos planificar la cantidad de hojas que le dedicaremos a cada apartado porque no podemos olvidar el equilibrio que debe existir entre sus partes y la relación con el todo.
Un elemento muy importante en el desarrollo del proyecto son los textos, tanto temáticos como filatélicos. La etapa de los textos cuasi telegráficos pasó a la historia con la Temática de 4a Generación. Naturalmente, sabemos bien que no se trata de escribir un libro ilustrado con materiales postales-filatélicos, sino de construir una colección temática en la que los textos sólo dan apoyatura a las imágenes, un apoyo necesario para su comprensión. Los elementos principales, los protagonistas de una colección son los sellos y las otras piezas postales exhibidas, no los textos.
Pero ojo: hay que tener asimismo en cuenta las diferencias grandes que se pueden dar en los temas y la diversidad de enfoques que les tocará evaluar al jurado. No es lo mismo juzgar un tema  concreto que uno abstracto. No es lo mismo puntuar una colección sobre barcos, aviones, puentes, flores, perros, aves, ranas, deportes, café, tabaco, etc. que puntuar temas como el amor, la justicia, la libertad o la Biblia, la Divina Comedia, Romeo y Julieta, El Quijote... En estos últimos casos, especialmente cuando se trata de obras literarias monumentales, el jurado habrá de considerar la capacidad de síntesis del expositor, pero también tomará muy en cuenta que dichos textos no pueden ser tan breves como en otros casos, precisamente por su propia naturaleza. Basta recordar lo que los maestros de la filatelia temática nos inculcaron: "Los textos, tanto temáticos como filatélicos, han de ser todo lo extensos que sea necesario y lo más breves que sea posible" (Luiz Paulo Rodrigues, Paco Gilabert dixerunt).
Porque los textos tienen tres funciones, todas igual de importantes:
1).- Función informativa y de conexión. Por eso en ninguna hoja, lo dice el reglamento, debe de faltar el texto temático y han de ser científicos, es decir, irrefutables.
2).- Función equilibradora. Por ello los textos filatélicos  hay que colocarlos junto a la pieza que describen y los temáticos, usualmente al comienzo de cada página (aunque no necesariamente), pero siempre y en todo caso como "balanceadores" del conjunto. Cabe recordar aquí que el tercer texto que amplía la información temática de ciertas piezas también estará junto a la pieza descrita.
3).- Función estética, para embellecer la página de forma que, cumpliendo las funciones anteriores, siempre parezcan ser "lo secundario" ya que lo más importante son las piezas que ellos mismos se encargan de resaltar.
Y ahora, algo mínimo sobre los juzgamientos para que no se sienta defraudado el expositor que exhibe competitivamente por primera vez y que no recibe la puntuación que esperaba. Si el coleccionista es hispanoamericano, debe saber y reconocer que la situación de la filatelia hispanoamericana es muy distinta de la europea. Ese es un gran escollo que seguiremos enfrentando  los hispanoamericanos y simplemente no queda más remedio que aceptar la realidad. No es igual para un filatelista eurocentrista, por ejemplo, montar su colección con un mercado como el europeo a su alcance, donde puede elegir, con dinero, lo que se le acomode, a la situación de un filatelista hispanoamericano promedio con una economía escasa y muy desigual, donde el coleccionismo filatélico es prácticamente desconocido y donde hay carencias de todo tipo: desde la materia prima (los sellos) hasta una simple pinza o un clasificador. No hablemos de catálogos, libros y revistas filatélicas, etc.
Otro aspecto, y quizás en este punto me refiero más al jurado, cuando el expositor está convencido de que su título y su plan son perfectamente coherentes, pero no recibe todos los puntos, alguien  debería explicarle en qué está fallando porque corre el riesgo de repetir el error si no sabe qué está haciendo mal. Muy distinto es cuando los expertos le indican "cambia esta pieza porque no es buena". Sabe de inmediato qué está mal. Y obedece a la brevedad posible. Pero si se trata de una apreciación numérica, ¿cómo saber qué debe mejorar para pasar de 13 a 15 por ejemplo? Difícil adivinar.
Decía yo en un artículo publicado en La Lupa que el expositor debería tener la posibilidad de conversar con sus evaluadores, con la hoja de puntuación en mano. Es decir, que reciba no solo la puntuación numérica, sino también la explicación del porqué de dicha puntuación.  Y desglosados. Especialmente en aquellos casos en donde el expositor no lo tiene muy claro. No basta con decirle "tienes 76 puntos". Hay que revisar cada apartado y que el expositor sepa cuántos puntos le rebajaron en cada uno de ellos y por qué. 
Un aspecto en que los jurados son bastante reacios a dar todos los puntos, me explicaba un juez muy entendido que ya falleció, es en innovación. El reglamento es claro:
"La Innovación se apreciara por la 
  • introducción de nuevos temas, o
  • nuevos aspectos de un tema ya conocido o establecido, o
  • nuevos enfoques de temas conocidos, o
  • nueva aplicación del material.
La Innovación puede referirse a todos los componentes del Tratamiento." (SREV. Reglamento Especial 3.2.3. Innovación). 
Lo cierto es que a pesar de las directrices, aún queda el factor humano que no se puede evitar: la interpretación que cada uno le da a ese concepto de "innovación". Tal vez los encargados de la revisión periódica de los reglamentos puedan minimizar en el futuro esa brecha entre lo que dicen las reglas y cómo los expositores y los jurados las interpretan. Por el momento, démonos por satisfechos si logramos 4 de los 5 puntos asignados.
Y con esto finalizo; con la esperanza de que mis experiencias les sirvan a los temáticos recién iniciados para que no cometan  mis errores y se atrevan a exponer y competir. Sin las competiciones y sin someternos a  los consejos de los entendidos, no avanzaremos. Y ahí está el quid de la cuestión: todos, pienso yo, aspiramos ir tras la "conquista" del conocimiento, aunque nunca lo logremos por completo. 

2 comentarios:

Jordi Quintana Compte dijo...

Muy sentido y agradable de leer. Y reflexivo y reflexionante.

Equivocarse no está mal, con ello también se avanza. Lo incorrecto es equivocarse demasiadas veces.


Reiterar (como ya expresé en alguna otra entrada) mi admiración por los voluntariosos coleccionistas, ya sean buenos, normales o despistados, en aquellos paises donde nada es normal a ojos europeos. Sin duda denota amor franco y tiene muchísimo más mérito que en paises norte- o centro-europeos, por ejemplo, aunque se vaya 5-10-15 puntos por debajo únicamente achacables al poder adquisitivo nacional del que se parte. Es evidente que el talento no tiene fronteras. Y que el lugar donde se nace o la condición social con que se nace debería ser sólo una anècdota y no una broma de mal gusto.

Salut.

Marcela Díaz Cabal dijo...

Muchas gracias, Jordi. Aprecio sus palabras.