Artículo de ©J.P. Aguilar
Luego de dos campeonatos en Europa, se aplicó nuevamente la regla de la alternabilidad y la Copa del Mundo volvió a América. El 10 de junio de 1956, en el Congreso de la FIFA reunido en Lisboa, Chile obtuvo treinta y seis votos frente a los diez de la Argentina y se convirtió en sede del campeonato de 1962; catorce países votaron en blanco. Se cuenta que en esa oportunidad Carlos Dittborn, representante chileno en el congreso, concluyó su discurso con una frase que, cierta o no, ha pasado a la historia: "porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo". Dittborn fue el gran promotor del campeonato chileno, pero no llegó a verlo porque murió poco antes de su inicio. La organización debió superar serias dificultades para tener lista la infraestructura necesaria para el certamen, dificultades que se vieron agravadas por el "Gran Terremoto de Chile", el mayor movimiento telúrico que se ha registrado en la historia (8,5 grados en la escala de Richter), que el 22 de mayo de 1960 afectó gravemente Valdivia y otras poblaciones del sur del país. Los chilenos pensaron cancelar el campeonato, pero el apoyo de varias federaciones y un aporte de veinte mil dólares de la FIFA, permitieron continuar con los preparativos. A la larga, la destrucción de las instalaciones en Concepción, Talca, Talcahuano y Valdivia, así como la imposibilidad de financiar los trabajos en Antofagasta y Valparaiso, hicieron que el campeonato chileno se juegue en solo cuatro ciudades: Arica, Rancagua, Santiago y Viña del Mar; solo en el mundial uruguayo se jugó en un número menor de sedes: tres estadios en una sola ciudad.
Las dos estampillas para el servicio ordinario, con las que Chile conmemoró el campeonato de 1962
Los años previos a la Copa Mundial de Chile vieron el incremento de las emisiones postales dedicadas al fútbol. El motivo fundamental fueron las olimpiadas de Roma, con motivo de las cuales una docena de países pusieron en circulación, en 1960, estampillas con motivos futbolísticos: Congo Belga (Scott B45), Bulgaria (Scott 1113), China (Scott 1287), Costa Rica (Scott C309), Egipto (Scott 507), Panamá (Scott 434), Paraguay (serie de cuatro sellos, Scott 556-559), Rumanía (Scott 1336), Ruanda-Urundi (B28), San Marino (Scott 464 más una hoja recuerdo 464B) y Sudán (serie de tres sellos, Scott 130-132).
Estampilla con temas futbolísticos, emitidas con motivo las de las Olimpiadas de Roma (1960). Arriba, de izquierda a derecha: Congo Belga, Bulgaria, Ruanda Urundi y Sudán; abajo, China, Costa Rica, Egipto, Panamá, Paraguay, Rumanía y San Marino.
En el caso del Mundial, a las emisiones del país anfitrión y del ganador del campeonato, que se mencionarán después, se sumaron las de cinco países: Albania (serie de cuatro sellos, Scott 635-628), Bulgaria (Scott 1222), Checoslovaquia (Scott 1095), Hungría (serie de ocho sellos, Scott 1447-1452, C209A y B224 y una hoja recuerdo, Scott 1453) y Mongolia (serie de cinco sellos, Scott 285-289), todas hechas durante 1962. Al año siguiente, Bolivia puso en circulación una serie de cuatro estampillas conmemorativas de la Copa de Chile (Scott 469-470 y C247-C248).
Las series de Albania (arriba) y Bolivia (abajo) y la estampilla de Bulgaria, dedicadas a la Copa del Mundo de 1962
En la serie húngara, que reproducía por parejas las banderas de los dieciséis países que jugaron la Copa de Chile, se produjo un error que después repetirían otras emisiones en distintos países: la bandera de Inglaterra fue sustituida por la de la Gran Bretaña.
A la izquierda la emisión húngara, a la derecha la de Mongolia y al centro la estampilla checoslovaca conmemorativa del Mundial de Chile
Tres rondas eliminatorias y dos repescas se jugaron para definir los catorce equipos que acompañarían al anfitrión y al campeón reinante. En la eliminatoria sudamericana clasificaron Argentina, Colombia y Uruguay. Los uruguayos dejaron en el camino a Bolivia, mientras que los colombianos llegaron a su primer mundial tras vencer al Perú. Ecuador jugó por primera vez una fase eliminatoria y cayó apabullado por los argentinos: 3-6 en Guayaquil el 4 de diciembre de 1960 y 5-0 en Buenos Aires uno días después, el 17 de diciembre.
Las dos estampillas de correo aéreo emitidas por Chile para conmemorar la Copa del Mundo de 1962. Abajo Hoja recuerdo
México fue el ganador de la eliminatoria de Norte, Centroamérica y el Caribe y los diez cupos restantes correspondieron a los europeos: Alemania, Bulgaria, Checoslovaquia, España, Hungría, Inglaterra, Italia, Suiza, Unión Soviética y Yugoslavia. España y Yugoslavia clasificaron en sendas repescas, en las que eliminaron a Marruecos y Corea del Sur, respectivamente. Con cincuenta y seis selecciones participantes, la etapa clasificatoria marcó un nuevo récord y pudo hacerse con más agilidad gracias a la aplicación del gol diferencia, que evitó los hasta entonces usuales partidos de desempate. El campeonato arrancó el 30 de mayo de 1962 con cuatro partidos, uno por cada uno de los grupos que se conformaron para la primera fase. Ese mismo día, Chile puso en circulación una serie de cuatro sellos postales (dos para correo ordinario y dos para correo aéreo) y una hoja recuerdo conmemorativos del certamen (Scott 340-341, C246-C247 y C247a).
La "Batalla de Santiago". Expulsión y arresto de Giorgio Ferrini |
En Chile hubo dos bajas sensibles: Alfredo Di Stéfano se lesionó en vísperas de la Copa y no pudo jugar por España, su país adoptivo, mientras que Pelé se desgarró un músculo al inicio del campeonato. A esto se sumó la tragedia del Manchester United, que perdió a sus jugadores, muchos de ellos seleccionados ingleses, en un accidente de aviación. Aparte del ausente Di Stéfano, España contaba con otros dos refuerzos foráneos: Ferenc Puskás y José Santamaría, que habían jugado anteriormente para sus países de origen: Hungría y Uruguay. José "Mazzola" Altafini, quien había sido campeón con Brasil en 1958, se sumó a la selección italiana y perdió la posibilidad de tener nuevamente la Copa del Mundo en sus manos. Fue la última vez que la FIFA permitió que jugadores que habían disputado el campeonato en representación de un país, pudieran hacerlo por otro. Uruguay cayó eliminado en la fase inicial tras su derrota ante la Unión Soviética. Solo pudo ganar a los debutantes colombianos, que lograron arrancar un empate a los soviéticos. Cuentan que en este último partido Colombia llegó al descanso con tres tantos en contra; su entrenador, el argentino Adolfo Pedernera, les dio una sola instrucción: salgan a divertirse. Lo hicieron, y el juego terminó empatado a cuatro goles. Alemania y Chile fueron las selecciones clasificadas en el segundo grupo, dejando en el camino a Italia y Suiza. Los anfitriones disputaron con los italianos, el 2 de junio, uno de los partidos más bruscos de la historia, dentro de un mundial que se caracterizó, precisamente, por el juego violento. Para los chilenos, el triunfo frente a Italia era cosa de honor, pues el país había sido duramente criticado por la prensa italiana, que lo consideraba un lugar terrible y subdesarrollado, incapaz de organizar el Mundial de Fútbol. Ken Aston, el árbitro inglés, no pudo controlar el partido; el sentimiento de rechazo de los chilenos, unido a juego brusco de los italianos, produjo un encuentro de violencia inusitada, que pasó a la historia como la "Batalla de Santiago". Dos jugadores de Italia fueron expulsados y uno de ellos tuvo que ser sacado de la cancha por la fuerza pública, que lo arrestó; al final, Chile se impuso por dos goles a cero. México y España fueron los eliminados en el tercer grupo, en el que se impusieron los dos equipos que llegarían a la final: Brasil y Checoslovaquia. Según dicen, el entrenador español, Helenio Herrera, consideró que sin Pelé Brasil era presa fácil y realizó nueve cambios en la formación titular para el juego ante los campeones. "Sin Pelé Brasil es débil", habría dicho, para preguntar enseguida: "¿Quién es Amarildo?" Lo conocería pronto: Amarildo convirtió los dos goles con los que Brasil sacó a España de la Copa del Mundo.
El otro equipo sudamericano, Argentina, tampoco pudo pasar a la siguiente fase y acompañó a los búlgaros en la eliminación. El grupo lo ganaron Hungría e Inglaterra. Hasta entonces, cuatro selecciones habían ganado la Copa del Mundo. Dos de ellas, Italia y Uruguay, no pudieron superar la fase de grupos y Alemania sería eliminada por Yugoslavia en los cuartos de final. Brasil y Chile, únicos sobrevivientes sudamericanos, se enfrentaron la semifinal y los campeones reinantes se impusieron a los dueños de casa por cuatro goles a dos; el triunfo, sin embargo, trajo un problema consigo: la expulsión de Garrincha. Mané Garrincha, cansado de las patadas que le propinaba el chileno Landa, reaccionó y fue amonestado por el árbitro Arturo Yamasaki, cuyos rasgo orientales confundieron al brasileño. Mané pensó que podía insultar tranquilamente al árbitro, porque no entendería, pero Yamasaki, que era peruano, comprendió todo y expulsó a Garrincha, cuya participación en el partido final pasó a depender del contenido del informe arbitral. Todas las influencias posibles se utilizaron para conseguir que Garrincha juegue el partido decisivo, incluida la itnervención del gobierno brasileño y, según se comenta, gestiones poco santas con maletines de dinero de pro medio; lo cierto es que el informe arbitral fue lo suficientemente blando como para que el mundo no se privara del juego de Mané. Los chilenos, eliminados por brasil, jugaron por el tercer puesto con Yugoslavia y, tras una victoria de uno a cero, consiguieron la mejor ubicación que han alcanzado en una Copa del Mundo. En la final, Brasil debió enfrentarse a Checoslovaquia. Antes del partido, mientras Aymore Moreira, el entrenador brasileño, deba instrucciones a sus jugadores, Garrincha le preguntó si ese día se jugaba la final; ante la respuesta afirmativa, Mané sonrió y dijo: "Ah, con razón hay tanta gente". Tres a uno fue el resultado final del partido, en el que a Brasil le bastó el tiempo reglamentario para imponerse a los checos y mantener su condición de campeón mundial. Los ganadores conmemoraron su segundo campeonato con un sello postal emitido el 14 de enero de 1963 (Scott 949).
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