Artículo de ©F Piniella
Más de una vez hemos hablado aquí del concepto de rareza. De siempre hemos manifestado que una parte muy importante de la valoración de una colección de filatelia temática es la rareza y el estado de las piezas que presenta. En la serie que empezamos en este blog sobre cómo mejorar una colección, hablábamos, en uno de los capítulos, del material. Decíamos que esos 30 puntos de rareza, 20+10, son más, representan más, por qué, porque las grandes piezas entran por los ojos. Evidentemente no es el único efecto y se pueden ganar muchos puntos con variar el tratamiento de ese material o con la investigación. De hecho en el seminario reciente de Essen (ECTP-2015) el jurado y afamado coleccionista Läge nos explicó su visión sobre la rareza de las piezas, en función de la importancia y la condición. Basó su metodología en la búsqueda de diez piezas, las más raras que consideráramos en una serie de colecciones elegidas dentro de las expuestas. Fíjense ustedes que las diez mejores piezas ya marcan mucho el nivel de esa colección, a ser posible deben estar "remarcadas" de alguna manera, ya sea por una anotación o por una leyenda que explique clara y ampliamente los detalles que las hacen excepcionales.
La rareza está en función de un cociente, que en cierto modo es la oferta y la demanda: ¿cuántas piezas existen? y por otro ¿a quiénes le puede interesar esa pieza? Una pieza única puede no tener mucha demanda porque es muy "poco apetecible" temáticamente no aporta gran cosa, más allá, a lo mejor de una figura geométrica o un logotipo intrascendente. Sin embargo una gran pieza de la que hay muchas o bastantes puede ser rara (y cara) porque hay mucha gente interesada, imagínense un sello clásico de un país europeo del que hay varias decenas o incluso se puede llegar al centenar, pero claro cuántos coleccionistas de ese país o de ese tema estarían dispuesto a pagar por él para cerrar su colección o conseguir ese sello que le falta.
Un ejemplo recurrente es el sello de la paloma de Basilea, el primer y único sello postal que emitió, en 1845, el cantón suizo de Basilea. En aquella fecha cada cantón era responsable de su propio servicio postal y no había tarifas nacionales unificadas. Basilea fue el último de los tres únicos cantones que emitieron sellos, tras Zürich y Ginebra. La "Paloma de Basilea" se emitió el 1 de julio de 1845 y tuvo validez hasta el 30 de septiembre de 1854. El sello fue diseñado por el arquitecto Melchor Berri pero lo fabricó la compañía alemana Krebs con sede en Frankfurt am Main. ¿Es este un sello raro? para mi lo es, por ese cociente que hemos hablado entre oferta y demanda.
Pero ojo, existen piezas únicas muy interesantes que a lo mejor no tienen tantos filatelistas dispuestos a pagar lo que pagarían por el sello suizo, pero son, por ejemplo, diseños o dibujos únicos que vendrían muy bien para su colección. Hay colecciones cada vez más sofisticadas, de temas muy muy concretos que necesitan de material escaso. A lo mejor un franqueo mecánico puede ser una pieza de "oro" para ese coleccionista, con el que podrá documentar una hoja y seguir el guión temático que se había fijado.
Pero hay que tener en cuenta que si hablamos de oferta y demanda, tenemos que hablar de mercado, de especulación. La demanda puede ser la misma, quizás esta haya bajado teniendo en cuenta que la población filatélica es cada vez menor y de edad más madura, pero la oferta si que cambia y bastante. Me explicaré: antes era sobresaliente y muy extraño, hablo en los años ochenta o noventa, encontrar piezas del tipo de las que ilustran este artículo. Eran muy pocas las colecciones temáticas que incorporaban dibujos, diseños, bocetos,… pero de pronto aparecieron inundando las subastas y casas comerciales piezas que han ido saliendo, primero poco a poco, y más tarde en grandes cantidades. Esto se ha debido a diferentes motivos, por ejemplo el cierre de casas impresoras, como ocurrió con la vasca Heraclio Fournier cuya fundación es del año 1868. Heraclio Fournier, descendiente de famosos maestros impresores de París, se estableció en Vitoria y fundó un pequeño taller de naipes que se extendería a la emisión de efectos postales. Pues bien, en determinado momento el stock de archivo de todas estas pruebas, tan valoradas, salieron a la luz. Hasta entonces las pocas rarezas que existían de Fournier eran carísimas y extrañas, porque eran filtraciones o documentos sacados de forma "irregular". Cuando sale al mercado el lote casi completo, los coleccionistas muy contentos con poder conseguirlas, pero evidentemente lo que era muy raro, único, pasaba a ser raro o poco más. Por eso tenemos que pensar que la rareza es un concepto dinámico, como lo es una acción que sube o baja, admitamos un cierto grado de especulación cuando compramos esa joya en la que nos gastamos nuestros ahorros o con la que nos damos un homenaje para gloria de nuestra exposición.
Igual que pasó recientemente con la española Fournier, pasó en su día con las prestigiosas American Bank Note o con Waterlow & Sons. Aunque obviamente la rareza también está en función de la antigüedad de los materiales. Esto es aplicable por ejemplo a los fotograbados de algunos sellos clásicos provenientes del U.S. Bureau of Engraving and Printing.
En estos días, por ejemplo, un afamado comerciante alemán saca un conjunto de cientos (quizás llegue al millar) de piezas extraordinaria de bocetos, rarezas y dibujos de sellos de Naciones Unidas. Abajo tenéis alguna foto, son piezas rarísimas, pero que lo serían más si fueran menos, es un poco la contradicción del coleccionista, queremos esas piezas, pero en el fondo queremos que solo la tengamos nosotros.
Pero esto pasa también en Historia Postal y especialmente en Prefilatelia. No es la primera ocasión en que de pronto alguien compra a una empresa que se va disolver su archivo, o parte del mismo, con cartas antiguas. Ocurrió en Sevilla con la Fábrica de Loza La Cartuja de Sevilla-Pickman S.A. que sacó a la luz prefilatelia gaditana y andaluza que hasta entonces era desconocida. La fábrica Pickman La Cartuja cuenta con un archivo histórico que se compone de legajos (papeles sueltos) y unos 2.000 libros en donde la empresa escribía todo. Tanto los libros como los legajos (hay 156 cajas llenas de esos papeles) datan desde el año 1841 hasta los años setenta del siglo pasado. Otra empresa, una bodega jerezana en los años ochenta, vendió su archivo con cartas prefilatélicas e hizo tambalear el propio catálogo y lo que era único pasó a no serlo tanto. Esto ocurre mucho. Uno presume de un telegrama antiguo maravilloso en su colección y de pronto se queda frustrado cuando en una feria comercial encuentra no solo el mismo, sino un libreto de formularios igual, se queda con la boca abierta como diciendo qué he hecho yo que pensaba que mi telegrama era el único, o al menos así me lo vendieron a mi.
La seriedad de las casas impresoras es muy importante a la hora de tener en cuenta la valoración de la rareza. Por ejemplo son muy pocas, yo he visto alguna y en casas de subasta muy prestigiosa, encontrarse con un dossier de pruebas de diseño de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España, igual ocurre con las piezas de países occidentales en general, pero no pasa esto con países en vías de desarrollo donde es más fácil que en un periodo determinado se "pierdan". Esto pasó por ejemplo en una etapa turbulenta con los dibujos originales de los sellos de Egipto. También suele pasar con casas impresoras privadas donde es más fácil que todo se ponga a la venta en circuitos privilegiados, para pasar luego a mayoristas y minoristas.
Bueno, no es que os haya contado grandes novedades a los que sois viejos coleccionistas, pero si espero, al menos, alertar a los nuevos de este volátil concepto de rareza, que curiosamente tiene mucho que ver con la investigación porque si se investiga se tendrá una certeza mayor y más objetiva de la rareza de una pieza, os lo aseguro, y os llevaréis menos sorpresas. Hasta la próxima amigos y amigas.
El descubrimiento de un archivo a veces trastoca el nivel de rarezas del material postal y filatélico |
La rareza está en función de un cociente, que en cierto modo es la oferta y la demanda: ¿cuántas piezas existen? y por otro ¿a quiénes le puede interesar esa pieza? Una pieza única puede no tener mucha demanda porque es muy "poco apetecible" temáticamente no aporta gran cosa, más allá, a lo mejor de una figura geométrica o un logotipo intrascendente. Sin embargo una gran pieza de la que hay muchas o bastantes puede ser rara (y cara) porque hay mucha gente interesada, imagínense un sello clásico de un país europeo del que hay varias decenas o incluso se puede llegar al centenar, pero claro cuántos coleccionistas de ese país o de ese tema estarían dispuesto a pagar por él para cerrar su colección o conseguir ese sello que le falta.
Paloma de Basilea 1845 |
Pero ojo, existen piezas únicas muy interesantes que a lo mejor no tienen tantos filatelistas dispuestos a pagar lo que pagarían por el sello suizo, pero son, por ejemplo, diseños o dibujos únicos que vendrían muy bien para su colección. Hay colecciones cada vez más sofisticadas, de temas muy muy concretos que necesitan de material escaso. A lo mejor un franqueo mecánico puede ser una pieza de "oro" para ese coleccionista, con el que podrá documentar una hoja y seguir el guión temático que se había fijado.
Pero hay que tener en cuenta que si hablamos de oferta y demanda, tenemos que hablar de mercado, de especulación. La demanda puede ser la misma, quizás esta haya bajado teniendo en cuenta que la población filatélica es cada vez menor y de edad más madura, pero la oferta si que cambia y bastante. Me explicaré: antes era sobresaliente y muy extraño, hablo en los años ochenta o noventa, encontrar piezas del tipo de las que ilustran este artículo. Eran muy pocas las colecciones temáticas que incorporaban dibujos, diseños, bocetos,… pero de pronto aparecieron inundando las subastas y casas comerciales piezas que han ido saliendo, primero poco a poco, y más tarde en grandes cantidades. Esto se ha debido a diferentes motivos, por ejemplo el cierre de casas impresoras, como ocurrió con la vasca Heraclio Fournier cuya fundación es del año 1868. Heraclio Fournier, descendiente de famosos maestros impresores de París, se estableció en Vitoria y fundó un pequeño taller de naipes que se extendería a la emisión de efectos postales. Pues bien, en determinado momento el stock de archivo de todas estas pruebas, tan valoradas, salieron a la luz. Hasta entonces las pocas rarezas que existían de Fournier eran carísimas y extrañas, porque eran filtraciones o documentos sacados de forma "irregular". Cuando sale al mercado el lote casi completo, los coleccionistas muy contentos con poder conseguirlas, pero evidentemente lo que era muy raro, único, pasaba a ser raro o poco más. Por eso tenemos que pensar que la rareza es un concepto dinámico, como lo es una acción que sube o baja, admitamos un cierto grado de especulación cuando compramos esa joya en la que nos gastamos nuestros ahorros o con la que nos damos un homenaje para gloria de nuestra exposición.
Igual que pasó recientemente con la española Fournier, pasó en su día con las prestigiosas American Bank Note o con Waterlow & Sons. Aunque obviamente la rareza también está en función de la antigüedad de los materiales. Esto es aplicable por ejemplo a los fotograbados de algunos sellos clásicos provenientes del U.S. Bureau of Engraving and Printing.
En estos días, por ejemplo, un afamado comerciante alemán saca un conjunto de cientos (quizás llegue al millar) de piezas extraordinaria de bocetos, rarezas y dibujos de sellos de Naciones Unidas. Abajo tenéis alguna foto, son piezas rarísimas, pero que lo serían más si fueran menos, es un poco la contradicción del coleccionista, queremos esas piezas, pero en el fondo queremos que solo la tengamos nosotros.
Pero esto pasa también en Historia Postal y especialmente en Prefilatelia. No es la primera ocasión en que de pronto alguien compra a una empresa que se va disolver su archivo, o parte del mismo, con cartas antiguas. Ocurrió en Sevilla con la Fábrica de Loza La Cartuja de Sevilla-Pickman S.A. que sacó a la luz prefilatelia gaditana y andaluza que hasta entonces era desconocida. La fábrica Pickman La Cartuja cuenta con un archivo histórico que se compone de legajos (papeles sueltos) y unos 2.000 libros en donde la empresa escribía todo. Tanto los libros como los legajos (hay 156 cajas llenas de esos papeles) datan desde el año 1841 hasta los años setenta del siglo pasado. Otra empresa, una bodega jerezana en los años ochenta, vendió su archivo con cartas prefilatélicas e hizo tambalear el propio catálogo y lo que era único pasó a no serlo tanto. Esto ocurre mucho. Uno presume de un telegrama antiguo maravilloso en su colección y de pronto se queda frustrado cuando en una feria comercial encuentra no solo el mismo, sino un libreto de formularios igual, se queda con la boca abierta como diciendo qué he hecho yo que pensaba que mi telegrama era el único, o al menos así me lo vendieron a mi.
Dos ejemplos con rarezas (y precios) bien diferentes.
La seriedad de las casas impresoras es muy importante a la hora de tener en cuenta la valoración de la rareza. Por ejemplo son muy pocas, yo he visto alguna y en casas de subasta muy prestigiosa, encontrarse con un dossier de pruebas de diseño de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España, igual ocurre con las piezas de países occidentales en general, pero no pasa esto con países en vías de desarrollo donde es más fácil que en un periodo determinado se "pierdan". Esto pasó por ejemplo en una etapa turbulenta con los dibujos originales de los sellos de Egipto. También suele pasar con casas impresoras privadas donde es más fácil que todo se ponga a la venta en circuitos privilegiados, para pasar luego a mayoristas y minoristas.
Bueno, no es que os haya contado grandes novedades a los que sois viejos coleccionistas, pero si espero, al menos, alertar a los nuevos de este volátil concepto de rareza, que curiosamente tiene mucho que ver con la investigación porque si se investiga se tendrá una certeza mayor y más objetiva de la rareza de una pieza, os lo aseguro, y os llevaréis menos sorpresas. Hasta la próxima amigos y amigas.
2 comentarios:
Excelente artículo, pero echo en falta un ejemplo, del que conozco varios casos, adquirir la pieza a un precio ridiculo, Historia Postal, y despues de hacer su correspondiente estudio el coleccionista, ser una pieza revalorizada.
Anímate José Angel y te dejo la segunda parte, jajaja Te toca...
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