Un análisis de ©J.P. Aguilar
La resurrección de los Seebeck
El sobre que motiva esta nota fue enviado desde Guayaquil, Ecuador, a Cedar Rapids, en los Estados Unidos, por Benjamín Rosales Pareja, representante de Caterpillar. Las estampillas se pusieron en el anverso y el matasellos es ilegible, pero sin duda es de 1944, porque se utilizó un sello de 30 centavos naranja, con la imagen del Chimborazo (Scott 407B), emitido ese año, y aparecen dos sellos de sobretasa postal, a los que haré referencia enseguida, cuyo uso dejó de ser obligatorio en agosto de 1944.
La tarifa total que se pagó fue de tres sucres con cuarenta centavos, que es la que correspondía según las regulaciones vigentes. El valor total resultaba de sumar tres conceptos: la tarifa ordinaria de treinta centavos, que se pagaba al servicio postal ecuatoriano; la sobretasa de tres sucres que cobraba la PANAGRA por el transporte aéreo a los Estados Unidos; y las dos sobretasas postales, cada una de cinco centavos, que debía pagar la correspondencia nacional y la dirigida a los países signatarios del convenio postal hispanoamericano.
Estas últimas eran dos: la llamada postal adicional, que financiaba la construcción de la Casa de Correos de Guayaquil y el Seguro Social Campesino (el sello azul de cinco centavos, Scott RA55); y la que permitía obtener recursos para la construcción de otras casas de correos en el país (el sello verde de cinco RA49A) centavos, Scott.
Nada raro tendría este franqueo si no fuera por la presencia de una estampilla que fue aceptada en la estafeta, pese a que desde 1896 ya no podía usarse en el servicio postal. Se trata del sello carmín de un sucre, con el retrato del segundo presidente del Ecuador, Vicente Rocafuerte (Scott 53), que se emitió para usarse exclusivamente en el año 1895.
Como ocurrió en varios países americanos en la misma época, entre 1892 y 1896 el Ecuador mantuvo en vigencia el conocido como contrato Seebeck, en virtud del cual la Hamilton Bank Note Co. se convirtió en la casa proveedora de enteros postales y estampillas de correos, fiscales y telegráficas, que se entregaban al gobierno sin costo; los ejemplares no utilizados debían devolverse a la casa impresora y esta última estaba autorizada a mantener en su poder las planchas de impresión y negociar en el mercado filatélico con las reimpresiones.
Para que el contrato funcionara era necesario que las especies postales tuvieran un período de uso, inicialmente dos años (en 1892 y 1893), y luego anual, para que al final de cada período, los materiales sobrantes sean devueltos a la Hamilton Bank Note Co. Al parecer, el Ecuador conservó parte del remanente, porque con posterioridad utilizó las estampillas con el retrato de Rocafuerte, habilitándolas con un resello que indicaba que las especies cuya circulación estaba prevista para 1894 o 1895, podían usarse también en el bienio 1897-1898.
Cincuenta años después, sin que se conozca una autorización para ello, las estampillas Seebeck reaparecieron en el servicio postal. Sin duda no fue un uso generalizado, pero el sobre que aquí se comenta no fue el único que aceptó el servicio postal con estampillas de las series de Vicente Rocafuerte, de los años 1894 y 1895, y la anterior, de 1892, con el retrato de Juan José Flores.
Los sobres que se conocen son todos de la misma época y no tienen, al parecer, un único origen, porque son parte, en los casos que conozco, de la correspondencia de diversas casas comerciales de Guayaquil.
¿Quién resucitó los Seebeck? ¿Hay algún denominador común que explique este uso de estampillas no autorizadas? ¿El diverso origen es solo aparente y algún filatelista estuvo detrás, moviendo los hilos?
1 comentario:
Es una alegría ver como en esta sección todos aprendemos tanto. Espero que más y más colegas de todo el mundo hispanoamericano se unan con sus estudios, con sus cartas, con sus tesoros. Gracias Juan Pablo por unirte.
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